A las 16.45 horas en punto ha iniciado su estación de penitencia del Viernes Santo la hermandad del Descendimiento. Mucha gente se había dado cita en la calle Manuel Martín Estévez, con sol aunque muchas nubes, para mostrar su devoción por las imágenes de la capilla del Hospital Noble. Tambores roncos han roto la tarde al inicio del desfile procesional, presidido por el silencio y el recogimiento, penitencia íntima de los nazarenos que hoy recorren las calles de Málaga, luto por el que ha de resucitar. Finalmente, no ha llovido y los partes, que anunciaban agua hasta las siete de la tarde, han ido cambiando a mejor a lo largo del mediodía. Una buena noticia.

La hermandad sigue luciendo los quitasangres, banderolas negras que se llevan a la inversa, hacia el suelo, en señal de luto por la muerte de Cristo y para limpiar la sangre que, durante toda la semana, ha derramado el Señor en las diferentes procesiones malagueñas. Se trata de una antiquísima costumbre recuperada por la hermandad a finales de los setenta y es ya toda una seña de identidad.

La hermandad lanzó esta cuaresma una petición para llenar el trono del Cristo, al que faltaban veinte puestos, y otros diez de la procesión, algo que, según parece, se ha conseguido sin problema alguno.

Viernes Santo | Descendimiento

Viernes Santo | Descendimiento

El trono del Sagrado Descendimiento ha salido con mucha dulzura y un paso medido y contenido, casi sin mecer por la estrechez de la puerta. La Banda Juvenil Cruz de Humilladero ha interpretado para la salida Cristo de la Agonía, una marcha casi fúnebre y luego, frente a la capilla que tantos años alumbró el inicio de la procesión, Cristo de la Expiración, del maestro Artola. La aproximación a la puerta se ha hecho con tambor, señal de recogimiento y respeto. Aplausos para el Señor ya en la calle. Luego, tras entrar en Maestranza, timbales.

La Virgen de las Angustias, que ha lucido imponente en su trono de procesión, se hizo a la calle sin problemas y con mucho fervor en Maestranza, al brazo de los hombres de trono. El silencio entre el público era total. La Virgen, majestuosa, ha salido acompañada de timbales roncos anunciando la soledad de su dolor y luego ha sonado la marcha Amarguras, interpretada por la Banda de Música de Las Flores, malagueña por los cuatro costados y una de las decanas de la ciudad. El trono se ha aproximado dulcemente a la curva con Maestranza y, para coronarla, ha sonado Virgen del Valle.

Muy cuidados, por cierto, los exornos florales de ambos tronos, con gusto y elegancia.