Tuvieron que pasar cuatro largos años para volver a disfrutar de un nuevo trabajo de Maldita Nerea. Se titula Bailarina y será el principal argumento de su concierto en Málaga de mañana en el Auditorio Municipal. Como siempre, mensajes positivos y de superación personal y, además, un sincero homenaje al universo femenino. Una parte del nuevo disco ha sido producida por Tato Latorre, habitual en los trabajos del grupo; otra es responsabilidad de Sebastian Krys (Shakira, Carlos Vives, Marc Anthony...), que le dio un aire casi opuesto a las canciones de Jorge Ruiz; y uno de los cortes corresponde a Kim Fanlo (Nena Daconte, Pablo López...). Pero la palabra y la voz de Jorge Ruiz garantizan la coherencia de un álbum en el que todo encaja a la perfección. Además, Ruiz ha lanzado un libro, Bailarina, una estrella abriendo camino, en el que combina su faceta de músico con la de terapeuta del lenguaje. A través de la historia de Valeria, que es todas las mujeres, todos los hombres, nos contará un relato que encierra en clave poética la importancia de un mundo -lleno de ruido- donde sistemáticamente hemos dejado olvidadas nuestras emociones.

Bailarina llegó casi tres años después de Mira dentro. Casi viene a ser el tiempo habitual entre disco y disco para Maldita Nerea...

Ya sabes que no soy un tipo precisamente rápido escribiendo. Y hay una cosa que no sé si todo el mundo se plantea, y es que tienes que decir algo, y para hacerlo tienes que vivir cosas, porque si no el discurso es repetitivo. Yo he necesitado estos tres años. Han pasado muchas cosas, y aquí está, ha llegado el momento de contarlas.

¿Has emborronado mucho papel en esta ocasión?

No. Yo hago pocas canciones, pero intentando acertar lo máximo posible. Mi baremo para acertar es que luego, en los conciertos, las canciones sean cantadas; esa es la fórmula que yo utilizo.

¿Y qué ha pasado durante estos largos años para los fans?

He tenido una hija -que es una bailarina, he viajado, he cambiado tres veces de casa... Se cuenta muy rápido, pero cada mudanza es una película de miedo [Risas]. Pero no dejo de ser el mismo; un poco más viejo y, por otro lado, un poco más niño -que eso es una ventaja-, pero el mismo.

¿Cómo consigue uno mantenerse al margen de las exigencias del mercado y las discográficas?

Yo tengo una visión muy particular. Me sigo considerando un artista independiente, hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero. Y Sony es parte de mi equipo. Es una compañía que en ese sentido lo tiene muy claro -al menos conmigo-. Además, en el pop se escribe casi siempre desde la ausencia, el sufrimiento... Yo no, y eso ya me sitúa en otra onda. Me considero dueño de mi carrera.

Bailarina, el primer sencillo, da título del álbum y de un libro. ¿Cuál es su mensaje?

La bailarina es el lado femenino de las dos polaridades del cerebro (una masculina y otra femenina). Esto no es una opinión, es un hecho. Lo que creo es que por el tipo de vida que llevamos, el lado femenino queda como relegado, en un segundo plano, cuando es de vital importancia para todos que salga a la luz cuando le corresponda. Bailarina, la canción, lo sostiene de una manera muy dinámica, muy potente, de primera escucha; pero es un golpe. Necesitaba explicarme un poco más, y llevaban muchos años planteándome lo del libro. Pensaba que me venía muy grande, pero en ese momento me presentaron un proyecto que me gustó. Así que me apresuré a escribir y he hecho un libro. Es ficción, que para mí es una aventura bastante diferente, porque no soy escritor, pero es una aventura que a mí me ha gustado muchísimo, incluso más de lo que me imaginaba.

¿Qué propone Bailarina? ¿Cuáles son las características de este álbum que, por cierto, ha contado con tres productores?

Es un disco que nos ha llevado por un recorrido sonoro diferente. Siempre he trabajado con Tato Latorre, y Tato en está ocasión pensó que también era bueno que probara otros colores. Entonces recurrí a otro con el que quería trabajar desde hacía mucho tiempo, que es Kim Fanlo, el productor de Nena Daconte, Pablo López y otros muchos artistas. Me gustaba mucho su trabajo, tiene un color muy diferente a lo que yo había usado hasta ahora, muy cañero; y luego, por otro lado, Sebastian Kris, con el que ya habíamos trabajado con el disco anterior en una canción, y que es productor de artistas no solo mainstream, sino más independientes -entre ellos Second-, y es un tipo con el que me llevo francamente bien, un tipo afable, un sabio de esto. Hay mucha diferencia entre unas canciones y otras, que es lo bueno. La voz es el elemento de cohesión que todo disco necesita, pero con esa diferencia de colores.

Eso sí, el disco mantiene esa positividad propia de un psicólogo o un coach, con esas letras optimistas que siempre te han caracterizado.

Sí, no me sale escribir desde otro sitio. Pienso que es más interesante decir «sí», en general. Obviamente hay momentos en que hay que decir «no», pero escribir desde el sí, desde el sí se puede, desde el amor propio, es bueno para la vida. En la esfera del arte es recurrente escribir en los momentos en que estás mal, pero digamos que esto me cansa un poco. Yo necesito contar cosas positivas. Es práctico para uno mismo escribir desde ahí y acabar con una sonrisa aunque estés contando un drama. Incluso una canción como Despídeme, que es una canción de despedida de verdad, de luto casi, acaba con una sonrisa, para que la persona afectada no esté sufriendo permanentemente, sino que viva la experiencia y luego sonría.

¿En qué te has inspirado para componer tus nuevas canciones?

Ahí siempre la respuesta es parecida: en la vida que llevo. Cierto que en este disco concreto he intentado moverme más de lo habitual; moverme mucho, sin una dirección fija, probando lugares. Incluso le alquilé a un amigo una casa que tiene en la montaña que no utilizaba. He estado yendo y viniendo, y la verdad es que esa soledad ha sido definitiva para intentar buscar cosas nuevas, conceptos nuevos, y poder encerrarte con mis instrumentos y hacer las maquetas para presentarlas a los productores y a los músicos.

¿Por qué ese homenaje al universo femenino?

Antes hablaba de las cosas que he vivido, y una de las experiencias más grandes que he tenido ha sido tener una hija. Yo tengo dos hijos, pero nunca había tenido una niña. No nos lo esperábamos, la verdad, pensábamos que iba a ser niño. Cuando estaba en el vientre de su madre, y se movía mucho, ella decía: «¡Mira esta, qué fresca!»; y yo dije: «De fresca no tiene nada, mi hija es bailarina».

¿Has descubierto en esta exploración del universo femenino algo que te haya fascinado?

Buscando y documentándome sobre el tema, sobre la polaridad femenina, me ha sorprendido, no solo en la historia del arte, sino de la ciencia, que muchísimos escritores hablan de este lado femenino, pero ya en la senectud, en sus últimos días, cuando necesitan descansar. Siempre encuentran ese reposo en una mujer, bien sea una pareja, una esposa, una hermana, alguien que realmente les recoge, y entonces ellos empiezan a valorar y a escribir sobre ese lado femenino. Y yo digo: «Qué curioso, no lo podían haberlo visto antes, tiene que ser cuando estás a punto de morir cuando te des cuenta de la importancia del lado femenino». Incluso hay una frase de Goethe muy bonita, una reflexión más bien, que dice que el mundo no acabará de entenderse bien ni de estar tranquilo hasta que no se integre ese lado femenino.