La soprano Maribel Ortega en el rol de la turbadora esclava etíope Aida y el tenor Alejandro Roy como su enamorado Radamés, el joven y victorioso capitán de la guardia egipcia, encabezan el «perfecto jeroglífico musical» de Aida, que llega este fin de semana al Teatro Cervantes con todas las entradas vendidas. La 30 Temporada Lírica propone como segundo montaje esta obra de madurez de Giuseppe Verdi que, según sus directores de escena, Aurora Cano e Ignacio García, «es el humanismo hecho ópera para exigir la paz y la concordia». Hoy y el domingo 3 de marzo resonará en el teatro construido por Gerónimo Cuervo el grito pacifista del compositor de Busseto y la emoción de un final que condensa «la victoria del amor sobre la razón de Estado», como asegura el musicólogo Marc Heilbron.

Producciones Telón y el Teatro Cervantes firman conjuntamente la producción de una ópera en la que la exuberancia melódica de sus marchas y el lirismo de sus arias se compaginan para retratar la complejidad del ser humano, en sus planos individual y colectivo, «con todas sus capacidades de amar y odiar, de desear y de destruir», explican Cano y García en el programa de mano. El maestro malagueño Arturo Díez Boscovich toma el timón del foso, en el que estará de nuevo la Orquesta Filarmónica de Málaga, y Salvador Vázquez repite con el Coro de Ópera de Málaga. La mezzo Mali Corbacho en el papel de Amneris, hija del Rey de Egipto; el barítono Luis Cansino como el rey etíope Amonasro, y los bajos Felipe Bou como el sumo sacerdote Ramfis' y Christian Díaz como el Rey de Egipto acompañan a los citados Maribel Ortega y Alejandro Roy en el elenco de solistas principales de esta versión. Los cantantes malagueños María Lourdes Benítez como sacerdotisa y Antonio Bermúdez en el rol de mensajero completan el reparto.

Aida es «una de las obras maestras de la ópera italiana, de la ópera romántica y del particular subgénero llamado la grand opéra francesa", en palabras del crítico José Antonio Cantón, autor de las notas al programa de la Temporada Lírica. Verdi concibió su drama lírico como un espectáculo integral en el que el contenido psicológico del texto se funde con una partitura exótica, de fina y sugestiva escritura orquestal y melódica, en la que abundan los leitmotiv y destacan celebérrimas arias, dúos y coros».