Es la consabida e inevitable secuela de la célebre comedia francesa Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, que constituyó en 2014 un éxito extraordinario en las pantallas del país vecino y que gozó también de una gran acogida en numeroso países europeos, incluido España. La cinta retoma personajes y situaciones de la película previa, manteniendo a todos ellos en el reparto y, por supuesto, con el director Philippe de Chauveron al frente de todo. Aunque ahora las cosas han cambiado.

Tras ver a sus hijas casarse con un musulmán, un judío, un chino y un africano, Claude y Marie Verneuil se enfrentan a una nueva crisis. Sus cuatro yernos, Rachid, David, Chao y Charles, están decididos a abandonar Francia con sus esposas e hijos para probar fortuna en el extranjero. Incapaces de imaginar a su familia lejos de ellos, Claude y Marie están dispuestos a todo para retenerlos.

«El punto de partida -declaró el director- es el lógico a temor de las circunstancias sociales y políticas que viven los franceses. Con el fin de recuperar la estructura de la primera entrega, en la que las cuatro hijas se casaban simultáneamente con extranjeros, me pareció interesante hacer vivir a las cuatro parejas una aventura común. Estábamos entonces en plena campaña presidencial y percibía en torno a mí el miedo a los extremos. Oía a gente decir que se irían de Francia si uno de esos partidos alcanzaba la victoria, y constataba que muchos ciudadanos procedentes de minorías se quejaban de la discriminación de que eran objeto».

Respecto a si las fuentes de inspiración habían sido las mismas que en la película anterior, De Chauveron dijo que «siempre hallé inspiración en cuanto veo, leo, o pase en el mundo. El film original fue nuestra primera fuente. Mi meta estaba en enfrentar a los personajes a problemáticas nuevas. Consciente de que mis actores iban a mostrarse divertidos e inventivos, escribí pensando en el modo en que podrían actuar y hablar. Y dado que la mayoría de ellos son muy creativos, asimismo guionistas de películas o de espectáculos, siempre les pedía su opinión acerca de cada versión del guión que les hacía leer. En ese momento, aportaban ideas sobre situaciones o diálogos».