Ambientada en una remota isla de la costa de Nueva Inglaterra, muestra la historia de dos fareros (Willem Dafoe y Robert Pattinson) atrapados y aislados debido a una tormenta aparentemente sin fin, que se enzarzan en una creciente escalada de enfrentamientos a medida que se fraguan tensiones entre ambos y unas misteriosas fuerzas, reales o imaginarias, parecen apoderarse de ellos.

El director y guionista Robert Eggers, que había debutado en 2015 con La bruja, se afianza como un cineasta a tener muy en cuenta. Evocando un amplio abanico de influencias, desde clásicos de la literatura de aventuras marinas de Herman Melville y Robert Louis Stevenson a las extrañas leyendas sobrenaturales de H. P. Lovecraft y Algernon Blackwood, el director y guionista nos ofrece una película inquietante en blanco y negro. Si La bruja exploraba el arquetipo de ese oscuro personaje femenino, El faro examina los tenebrosos impulsos de dos hombres lidiando con una dura vida e implicados en un complejo juego de dinámicas de poder.

«Nada bueno puede ocurrir cuando dos hombres se quedan solos en un falo gigante», subraya con humorEggers. El faro es una experiencia oscura y atmosférica, con muchas escenas rodadas al resplandor natural de las velas. Pero en esta obra, la luz también puede deslumbrarnos. Hasta en las escenas más nebulosas y sombrías, la película arroja un haz de luz arraigado en la narración y en el propio material utilizado para su rodaje. «La luz es un elemento muy poderoso; por algo sienten esa atracción por ella los personajes de Pattinson y Dafoe», explica Eggers.