ONCOLOGÍA

Qué es el linfoma no Hodgkin, la enfermedad que padece la actriz Jane Fonda

El linfoma es el tipo de cáncer de sangre más frecuente entre la población

Qué es el linfoma no Hodgkin, el cáncer que padece Jane Fonda

Qué es el linfoma no Hodgkin, el cáncer que padece Jane Fonda

Rafa Sardiña

Rafa Sardiña

La actriz Jane Fonda ha anunciado a través de la redes sociales que padece un linfoma no Hodgkin.

“Me han diagnosticado un linfoma no Hodgkin y he comenzado tratamientos de quimioterapia", ha explicado la intérprete estadounidense. "Es un cáncer muy tratable y el 80% de la gente sobrevive".

  • “Casi todas las familias en Estados Unidos han tenido que lidiar con el cáncer en un momento u otro y demasiadas no tienen acceso a la atención médica de calidad que estoy recibiendo y esto no está bien. También tenemos que hablar mucho más no sólo de curas, sino de causas para poder eliminarlas".

Qué es el linfoma

El linfoma es el tipo de cáncer de sangre más frecuente entre la población. Aunque en España no hay análisis epidemiológicos reglados, la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) estima que cada año son diagnosticados 10.000 nuevos casos de linfoma.

El linfoma es un tipo de cáncer hematológico producido por la proliferación maligna de linfocitos (células defensivas del sistema inmunitario), que se inicia generalmente en los ganglios linfáticos.

Hasta el momento no se conocen sus causas, por eso, no existe ningún tipo de medida preventiva que se pueda llevar a cabo.

La edad media de aparición, según la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), es de 60 años. La buena noticia es que hasta el 60% de los casos de linfoma se curan.

Síntomas del linfoma

Los signos más habituales de que los linfocitos se están multiplicando anómalamente son:

  • Inflamación de los ganglios linfáticos (adenopatías) situados en el cuello, las axilas o la ingle. Este aumento de tamaño se debe a que la enfermedad suele empezar en estos ganglios.
  • El paciente tiene fiebre alta, por encima de los 38 grados.
  • Exceso de sudoración durante las noches.
  • Pérdida inexplicable de peso. En concreto, que se pierda un 10% en tan sólo 6 meses.
  • Otras manifestaciones locales: adenopatías periféricas, agrandamiento del bazo, etc.

Más de 60 tipos de linfoma

Según la Organización Mundial de la Salud existen más de 60 tipos de linfoma. La diferencia entre ellos está en el tipo de células inmunes que estén afectadas y en los biomarcadores implicados.

A pesar de esta gran variedad, los expertos de la SEHH establecen dos grandes grupos:

  • Linfomas de Hodgkin. Representa el 10% de los linfomas que se diagnostican. Es más habitual que se dé entre personas jóvenes (de 15 a 35 años) y más mayores (entre 50 y 70 años). Afortunadamente, la mayoría de los pacientes lograr superarlo.
  • Linfomas No Hodgkin. Constituyen el 90% de los linfomas. Afectan fundamental mente a personas a partir de los 65 años.

Sea del tipo que sea el linfoma, su forma de evolucionar es muy diferente en cada paciente, y esto también permite a los especialistas establecer una distinción entre los linfomas indolentes o los agresivos.

Los indolentes son, según los hematólogos, de crecimiento lento. Hay pacientes que sin recibir ningún tipo de tratamiento, viven durante muchos años sin presentar complicaciones.

Es más, en algunos casos los especialistas recomiendan no iniciar tratamiento alguno hasta que se desarrollen síntomas.

En el lado opuesto se sitúan los linfomas agresivos, que evolucionan rápidamente y que si no se tratan pueden reducir la esperanza de vida del paciente a pocos meses o semanas.

El abordaje más habitual de los linfomas agresivos se realiza mediante la inmuno-quimioterapia. Y, afortunadamente, la gran mayoría de los pacientes responden bien al tratamiento, llegando incluso a curarse.

Dentro de este cáncer hematológico agresivo el más conocido es el linfoma B difuso de células grandes (LBDCG).

Diagnóstico y tratamiento

Una vez que surgen los síntomas de alerta propios de esta patología, los especialistas determinarán la presencia del linfoma a través de diferentes pruebas diagnósticas:

  • Exploración de los bultos o adenopatías.
  • Biopsia de los ganglios inflamados.
  • Análisis de sangre.
  • Serologías.
  • Radiografía de tórax.
  • TAC de cuello, tórax, abdomen y pelvis.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET).
  • Aspirado y biopsia de médula ósea.

Una vez realizado el diagnóstico el tratamiento que va a recibir el paciente va a depender del tipo de linfoma que padezca y de el estadio en el que se encuentre. Entre las técnicas más utilizadas están:

  • Poliquimioterapia.
  • Anticuerpos monoclonales.
  • Radio-quimioterapia.
  • Trasplante de progenitores hematopoyéticos (trasplante de médula).