A la hora en la que la cofradía de la Estrella debía hacerse a la calle, las siete de la tarde, Nueva Esperanza se había vuelto a su templo y las Penas se lo pensaba por un aguacero de entidad. Pero aún así, la hermandad perchelera decidió procesionar. «Nos habían dicho que a partir de las ocho el tiempo cambiaba radicalmente y no iba a llover o iba a hacerlo escasamente», explicó uno de los miembros del servicio exterior. Y acertaron de pleno, pese a la incertidumbre del tiempo que se está llevando por delante las ilusiones de los cofrades en esta Semana Santa.

Con sólo cinco minutos de retraso, se abrieron las puertas de la casa hermandad y la calle Padre Jorge Lamothe, repleta de público, presentaba un aspecto inmejorable. La banda de cornetas y tambores de Bomberos encabezaba el cortejo y, nada más poner el pie fuera de la sede de la cofradía, rompió el silencio de la tarde con la marcha Cristo del Amor. Los nazarenos formaron poco a poco la sección del Señor de la Humillación, que esperaba pacientemente en su trono para presentarse ante los malagueños. Media corporación municipal, con el alcalde a la cabeza, Francisco de la Torre, se dio cita en la salida.

Los primeros martillazos a la campana del Cristo los dio otro alcalde, el de Alhaurín el Grande, Juan Martín Serón, que vive unos momentos difíciles por sus problemas con la Justicia. Quizás trata de buscar el favor divino.

Había tantas ganas de Semana Santa que cuando se abrieron las puertas de la casa hermandad el público empezó a aplaudir. El Señor de la Humillación se hizo a la calle con el Himno Nacional, primero, y con la marcha para cornetas y tambores Silencio, interpretada por la banda de la cofradía.

Mención especial merece la curva de salida del trono del Cristo, que se realizó sin tirones, con una mecida rítmica y pausada que acompañaba perfectamente a la música de la banda de la Estrella. Los aplausos se sucedieron, incluso se alargaron mientras que el Señor se adentraña en las entrañas del Perchel. Otra vez se alcanzaron momentos de especial plasticidad por la cercanía de la recoleta iglesia de Santo Domingo y el sol que a esa hora se había hecho dueño y señor del cielo.

La Virgen de la Estrella presentaba la candelería encendida al completo. Salió, como el Cristo, con el Himno Nacional. Después, la banda de música de Zamarrilla interpretó Estrella del Perchel. Maniobra magnífica, curva difícil donde las haya en una ubicación repleta de público.

Este año, la corporación estrenaba la bambalina trasera del palio, obra de Salvador Oliver; seis marías, una media luna que iba a los pies de la Virgen y las restauraciones de las peanas y de los cuatro arbotantes del trono, ejecutados por Diego Martín.

El enclave no puede ser más afortunado para presenciar la salida de un desfile procesional; si hay que citar una nota negativa, tal vez ésta se concrete en el hecho de que la cofradía deleitó a los presentes poniendo marchas grabadas que difundió gracias a unos potentes altavoces.

La lluvia no hizo estragos en su recorrido merced a la mejoría del tiempo y al levante, que se llevó lejos las nubes, aunque la amenaza persistió hasta bien entrada la madrugada.