A las nueve y media se dio a conocer la decisión de la archicofradía de la Esperanza. Había sido adoptada por unanimidad en la junta de gobierno. El Nazareno del Paso y la Virgen de la Esperanza no saldrían en procesión el Jueves Santo. Quedaban casi dos horas para el inicio de su recorrido procesional, pero la hermandad sabía que habría lluvia durante la noche y no merecía la pena sufrir daños en el patrimonio. Había que proteger a los titulares.

Desde el anuncio hasta las 23.15 horas hubo una larga espera para ver al Nazareno que tallara Benlliure y a su Madre. Ambos imponentes en sus tronos procesionales, con la candelería de la Virgen encendida y su trono más brillante que nunca y con una nueva estructura que no se pudo probar en la calle, por desgracia.

La Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza interpretó varias marchas en las puertas del salón de tronos, que dedicaron a sus titulares. La archicofradía no tenía previsto celebrar ningún acto especial tras abrir puertas, aunque organizó los accesos para permitir a los malagueños acercarse a los tronos y acompañar a sus titulares hasta las cinco de la mañana, que era la hora prevista del encierro.

La suspensión de la salida procesional de la Esperanza no impidió que muchos malagueños disfrutaran de estas dos imágenes, que arrastran una fuerte devoción tras ellos. A los que se acercaron a la basílica de la Esperanza durante la noche hay que sumar las miles de personas que acudieron durante la mañana. Las colas fueron especialmente largas en la tradicional visita que se hace al Nazareno del Paso y a la Virgen de la Esperanza durante la mañana del Jueves Santo. De hecho, la cofradía tuvo que alargar la hora de cierre de las puertas, que estaba prevista a las tres de la tarde, para atender la alta demanda de personas. El propio hermano mayor, Manuel Harras, reconocía que las suspensiones de las procesiones de los días anteriores habían llevado a muchos malagueños a acercarse a la casa hermandad.