Permítanme que lo trate así, como si de un enorme galeón se tratara que espera para zarpar. Pero realmente la que fue su mesa durante más de sesenta años pertenecía al fuselaje de un avión Junkers JU-52.

A simple vista, y andando por nuestras calles, evoca a un viejo navío de oro que surca entre malagueños. Más de doscientos cincuenta marineros trabajan para que la travesía sea perfecta, junto a una tripulación que a toques de campana endereza el rumbo dejándonos detalles en cada curva de maestría y añejo sabor cofrade malagueño.

El trono

El trono se procesiona por primera vez en 1944, aún sin concluir, dándose por finalizado en 1949. No obstante, ha sido objeto de obras posteriormente. Sin ir más lejos la última incorporación es la mesa, que se estrena este año.

En 1945, se le encarga a Vicente Caffarena la reforma de la mesa del trono y sus varales, tras esto, las catorce patas de la época se reducen a las cuatro actuales y la sustitución de la madera por el duraluminio hace aligerar el peso. Además, se le dota originariamente de siete varales, siendo sustituido el central por dos nuevos en 1984.

Pero este trabajo esconde detrás una curiosa historia relacionada con la obtención de los materiales para su fabricación.

Junkers

Era el 27 de agosto de 1944 y la vida del Richthofen, o Tajo, como se le denominó en España cuando operaba para Iberia en el vuelo Tetuán-Melilla, acaba de consumirse muy cerca del cabo de Tres Forcas, durante un aterrizaje forzoso tras una tormenta que le había hecho perder el rumbo. Allí habían acabado sus días de vuelo, pero su vida no acababa allí convertido en un amasijo de hierros tras el precipitado aterrizaje.

Jamás pensaría Ernst Zindel cuando diseñó el Ju-52, que uno de sus trimotores llegaría a servir como soporte y mesa para el trono de una Virgen por las calles de Málaga. Pero la casualidad y el destino, junto al tesón y las ganas de un grupo de cofrades, se unieron en su día para que ese aparato que ya no podía volar, transportara por tierra firme recubierta, eso sí, de romero, a María Santísima de la Esperanza.

La primera salida procesional de la mesa del trono de Nuestra Señora de la Esperanza realizada con el duraluminio del Junkers tuvo lugar el Jueves Santo de 1950, después de un intenso y delicado trabajado de talla. Años llevaban los cofrades esperancistas de la época buscando una alternativa a la vieja mesa, el trono pesaba demasiado y eso hacía sufrir a la mesa. Pero nadie llegaría a imaginar que esa mesa y esa opción para aguantar el pesado trono vendrían de un viejo trimotor Ju-52, que la casa Junkers construyó en su factoría de Dessau para la Lufthansa.

Caffarena y su idea

Corrían tiempos de Vicente Caffarena (Medalla de Oro de la archicofradía perchelera), cuando se decidió recuperar el amasijo metálico que había dejado tras de sí la aeronave. Los hermanos estaban cansados de que el trono de la Señora volviese a Santo Domingo con algunas patas rotas, más de un Viernes Santo por la mañana. Se pensó en utilizar el cuerpo de ese avión ya inutilizado para cambiar la vieja mesa. Así, se hizo el trabajo con duraluminio fundido y las medidas del trono fue fijada con miles de remaches, que han ido saltando por la fuerza ejercida por los movimientos hasta la actualidad. El proyecto se preveía para una vida útil de treinta años que finalmente ha sido de más de sesenta.

Aquella magistral obra supuso una importante innovación en los tronos malagueños, debido a que los que se conocían hasta la fecha eran auténticas moles de madera de pesos muy elevados.

Con el paso del tiempo, los desajustes de las fijaciones y remaches que componían el ensamblaje ideado por Caffarena, provocados por cada procesión, hicieron que la junta de gobierno encabezada por Manuel Harras estudiara la situación, decidiendo sustituir la antigua intervención por una nueva mesa, ya que estaban afectando seriamente la talla que compone el cajillo y la estabilidad y la seguridad iban decreciendo año tras año.

Proyecto universitario

Apoyados en estudios físicos de movimientos y fuerzas ejercidas sobre el eje central en el transcurso del recorrido, han sido expertos de la Universidad de Málaga, en un proyecto de fin de carrera, los que han ideado la nueva mesa que veremos en la calle esta misma noche si el tiempo lo permite. La solución adoptada ha tenido en cuenta los problemas ocurridos en los tronos en plena procesión, como el percance ocurrido el pasado Martes Santo con la Virgen de Gracia en su recorrido procesional. Para ello se han intentado estudiar al detalle todos los aspectos y hace semanas se citaron a los propios hombres de trono para que izaran el trono y realizaran movimientos dentro del salón de tronos para verificar que todo está como corresponde.

El proyecto se ha llevado a cabo de la mano del ingeniero José Espejo, y Agustín Fernández Guerrero ha sido el encargado del diseño. Para desmontar la antigua mesa y mantener al margen de toda esta intervención el cajillo, se contó con la dirección de Rafael Ruiz Liébana, ya que fue un jovencísimo Liébana el que estuvo inmerso en la ejecución del proyecto del trono.

La Archicofradía de la Esperanza aprovechó los convenios que existen entre la Agrupación de Cofradías y la Universidad de Málaga para realizar los estudios. Y ha sido en propias dependencias de la UMA donde se han realizado parte de los trabajos.

Restauración

El trono fue diseñado por Adrián Risueño y es el resultado de la unión de varios autores, Andrés Cabello Requena fue el encargado del trabajo artístico, y Antonio Barrabino, Luis Ramos Rosas, Antonio Aguilar y Liébana trabajaron bajo la dirección de Risueño en la talla, dorado y policromía.

Circunstancias de la vida, de los que estuvieron inmersos en esa magna obra de la Semana Santa de Málaga, solo vive en nuestros días Rafael Ruiz Liébana y ha sido el que ha aportado numerosa información acerca del trono y ha dirigido parte de los trabajos que han tenido que ver con el cajillo y la talla.

Prueba final

Los hombres del trono de la Virgen fueron convocados en la noche del pasado 18 de marzo, ya que se habían concluido los trabajos y había que certificar la correcta intervención. Se les informó de la nueva estructura interna que soporta el trono y asistieron a una presentación de la simbología que lo compone. A toques de campana por el mayordomo y con los varales repletos de hermanos, y de curiosos que se acercaron que aprovecharon la ocasión, se llevaron a cabo algunas pruebas y movimientos bruscos para autentificar lo realizado.

El resultado fue satisfactorio y solo queda comprobarlo in situ por las calles de Málaga.