Ni terciopelo, ni bordados de oro. El manto que lucirá hoy la Virgen de las Penas por las calles de Málaga está tejido de hojas de ciprés y casi 4.000 flores, en su mayoría claveles y margaritas, que mezclan su olor al del azahar y el incienso característicos de estos días.

Aunque con la misma materia prima, el manto introduce en su diseño cada Semana Santa un novedad, que este año se centra en reproducir el anagrama de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con el escudo vaticano, que simboliza la adhesión de la hermandad al papa Benedicto XVI.

Según ha explicado a Efe el hermano mayor de la cofradía, Francisco Calderón, la hermandad participará en la visita que el Sumo Pontífice realizará en agosto a Madrid acogiendo a un grupo de peregrinos.

Las flores blancas, amarillas, naranjas y rojas que se han usado para confeccionar este emblema son sólo parte de las miles que conforman este peculiar manto y entre las que destacan un tipo especial de margarita, que dura más y que confiere a los vegetales ornamentos un aspecto más plano.

En total, se han usado 1.800 margaritas blancas, 960 claveles -entre blancos, amarillos, rojos y naranjas-, cuarenta paquetes de clavellina, setenta metros de guirnalda y dos metros cúbicos de vede en base de Cupressus.

Con mimo y un cuidado que roza el perfeccionismo, nueve jardineros del Ayuntamiento de Málaga se han encargado de tejer el manto colocando las flores una a una sobre el ciprés durante seis días, que suman un total de 365 horas de trabajo.

Antes de ser ubicada, cada flor ha sido despojada de su tallo y ensartada en un mondadientes que permite clavarlas en la estructura que guía el diseño de este manto tan característico de la Semana Santa malagueña que, si las previsiones de lluvia no lo impiden, perfumará esta tarde las calles de la ciudad.

En esa estructura, elaborada a partir de unas plantillas de los dibujos que lucirá el manto, primero se coloca el verde, que se recorta y se riega por los jardineros, al que se cosen las guirnaldas y sobre él se colocan las flores.

Vestir a la Virgen de las Penas con un manto de flores es una original idea que surgió a finales de los años cuarenta, cuando la carestía económica de la época obligó a buscar una solución provisional que ha perdurado en el tiempo hasta convertirse en tradición.