En una reciente visita a tierras donostiarras, me llamó poderosamente la atención la escasísima presencia de cerámica religiosa en el centro de la ciudad. A lo sumo, un mosaico del Sagrado Corazón existente en la zona portuaria, cuyos propietarios no supieron aclararnos su procedencia, además de no ser conscientes de la peculiaridad de su rareza iconográfica en tal desierto artístico, que curiosamente era casi ocultado cuando se tendía la colada.

Al regresar a Málaga y volver a pasear por ciertas zonas, comprobé cómo la cerámica religiosa, o bien otras representaciones como cruces o humilladeros, pequeñas capillitas o el propio callejero urbano, inciden en la esencia cristiana de esta ciudad de una manera sencilla, sin estridencias, fusionándose e identificándose con el paisaje de una forma natural y casi necesaria.

La cerámica es una manifestación artística que conlleva muchas ventajas para su proyección externa, como son el gran impacto visual que provocan su colorido y sus brillos, casi tomando vida propia según la luz; desde la indirecta, hasta el sol frontal, pasando por la nocturna presencia de faroles con iluminación eléctrica.

Además, es notoria la resistencia a las inclemencias del tiempo, lluvia, sol, etc. necesitando un mantenimiento mínimo o casi nulo. Lo que a fuego es forjado, ni el propio fuego puede deteriorarlo. Si no, fijémonos en la placa de la avenida de Barcelona que resistió las llamas de un incendio en un comercio de dicha vía hace poco más de un año.

Mercado

Los mosaicos o azulejos suelen ser colocados por los propietarios de los edificios o bien por corporaciones religiosas, aunque hay que reconocer que algunos han sido financiados con ayuda municipal por motivos de alguna efeméride. El amplio mercado y la gran oferta de artistas, sobre todo en la provincia sevillana, han propiciado que los precios de los mosaicos sean ciertamente competitivos (dependiendo obviamente del tamaño y la calidad), de ahí que hayan llegado al gran público. Además, las hermandades han comprendido que es una inversión sumamente rentable, tanto desde el punto de vista artístico como devocional.

El mosaico no compite con la imagen que representa, ya que suele ser una recreación de un icono escultórico existente previamente, y por lo tanto podemos hablar de un complemento que transciende a la efigie original, con la ventaja de estar accesible durante todo el día frente al restringido horario de los templos. Por otro lado, en los últimos tiempos están apareciendo placas cerámicas con textos alusivos a hechos históricos, que perduran un referente concreto, como la casas de Ollerías o del Pasaje Zambrana, donde estuvieron las Vírgenes de la Santa Cruz, o la antigua Trinidad.

En cierta medida podríamos establecer un paralelismo con los carteles, bien de base fotográfica o pictórica, que inundan los escaparates de la ciudad durante la Cuaresma, y que no dejan de ser un recuerdo y un reclamo, en este caso en papel, pero que a la larga es una inversión más costosa ya que su vida es mucho más efímera.

Presencia en Málaga

La nómina azulejera malacitana es amplísima. En un par de años he podido catalogar para la web cerámica www.retabloceramico.net cerca de 400 piezas de una calidad mínima en el término municipal de Málaga. Eso sí, obviando las propuestas seriadas (sobre todo Cautivos y Vírgenes del Carmen) o bien los fotomontajes con más o menos acierto.

Invitaría al malagueño curioso y amante de sus tradiciones a que se recree en el esmerado trabajo de Julio Hernández en los murales de la Basílica de la Esperanza, y cómo la Reina del Perchel vive diversas escenas evangélicas; o cómo el Puente de los Alemanes es custodiado por dos bellos azulejos sevillanos de un claro sabor romántico, con unos colores casi imposibles de recrear hoy en día. Estos mosaicos son un auténtico túnel del tiempo, ya que el antiguo Moreno permanece impasible cargando Su Cruz y la Esperanza aparece niña, bella y ensimismada, ataviada a la usanza de los años 20 o 30 del siglo pasado.

Es curioso como los iconos originales casi han desaparecido, pero el reflejo vidriado permanece en nuestras retinas, gracias a la visión de unos cofrades que entendieron la importancia y la ubicación estratégica de estas piezas, auténtica seña de identidad de un Perchel que se nos fue y que ya no existe.

La ruta cerámica puede tomar el camino que más nos guste y no sólo en el Centro. Los paseos marítimos y los barrios contienen piezas de gran calidad, y así la Virgen del Carmen es cerámica en el Palo, en Huelin, en la Mosca, en Pedregalejo o en la calle Ancha. Cada una a su estilo y alguna ubicada en una fotografía aérea, como es el caso del impresionante mural del amigo Pablo Romero, que decora el patio de la iglesia del Corpus Christi.

Y Capuchinos, la Victoria o la Trinidad no se quedan atrás. La lista es interminable, con piezas que se miran cara a cara, como las obras de Daniel García, de Salesianos o Dulce Nombre en la plaza de Capuchinos; las bellas Pastoras o Auxiliadoras; y poco más arriba el decorado cerámico victoriano, que como un río baja hasta la plaza de la Merced.

Calle Trinidad es otro reguero de azulejos y ya desde su entrada nos reciben la Salud y la Trinidad y con un continuo sobresalto de piezas de todos los estilos, incluido un recuerdo a María la Faraona, llegamos a la obra cumbre de la cerámica malacitana, que se encuentra en el interior de la casa hermandad del Santo Traslado, sin olvidar su referente moderno, en calidad y diseño, como es el mosaico de la Coronación de la Trinidad, en una casa hermandad alicatada de azulejos artísticos por dentro y por fuera.

La Patrona, Santa María de la Victoria o los Patronos, Ciriaco y Paula, no son menos y cuentan con piezas de valor, tanto domésticas como corporativas.Debate

El debate acerca de la cercanía de la cerámica podría enfocarse en si este arte debería refugiarse en el ámbito privado, polémica que considero estéril y fruto de la sociedad de lo políticamente correcto.

Algunas voces oportunistas se han oído al respecto, más con ignorancia que con sentido común, que parece que no aceptan que tan legítimo es colocar un retablo cerámico en una fachada cuyos propietarios así lo autoricen, como colgar una banderola con un Niño Jesús u otra con el escudo del Real Madrid o del colectivo arco iris.

En todos los casos estaríamos hablando de libertad de opinión, de expresión pública de unas ideas, pero en el caso cerámico, aparte, haríamos referencia a la fe, la devoción, a la legítima manifestación pública de unas creencias, encima con un lenguaje artístico que crea riqueza, en una industria autóctona. Es decir, que banderolas hay aquí y en Donosti. Mosaicos con el Cautivo sólo hay en Málaga… bueno y uno en el Puerto de Santa María, aunque esa es otra historia.