En marzo de 2013 se presentó el nuevo grupo escultórico de Azotes y Columnas, realizado por el joven imaginero malagueño Juan Vega. La obra causó impacto y al mismo tiempo desconcertó, sobre todo la figura del romano que hoy analiza el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, el malagueño Juan Antonio Sánchez López, cuya tesis doctoral El alma de la madera es imprescindible para conocer la imaginería cofrade en Málaga.

«Desconcertó a mucha gente pero a mí la figura me parece fantástica, el que aparezca con los brazos cruzados es una forma de darle más espontaneidad a la escena», destaca.

Se trata del momento en el que Jesús es atado y azotado a la columna. El grupo escultórico sustituyó el anterior de Suso de Marcos. «Era un conjunto muy cerrado, muy bueno escultóricamente pero fruto de otro momento», explica. Suso de Marcos, recuerda el profesor, defiende «a ultranza» la escultura entera y su grupo de Azotes y Columnas «son piezas muy buenas».

El cambio no es por tanto por falta de calidad sino por la evolución del gusto: «El actual es un gusto mucho más cinematográfico y teatral que pedía figuras de vestir y en segundo lugar hay una concepción del misterio más rica desde el punto de vista dramático, ahora se pretende hacer un paso de misterio más complejo dándole cabida a los romanos».

El grupo presenta tres planos secuencia: en primer lugar el Señor, encima de un escalón; en un segundo plano los dos sayones que lo flagelan y en tercer plano los dos romanos. Y en el afán de darle una dimensión más teatral a la escena se incorpora un efecto pictórico: la banqueta del romano que se levanta «está suspendida en el aire, lo mismo que los flagelos, como si se hubiera congelado la acción».

Y seguimos hablando de cine porque Juan Antonio Sánchez López también destaca cómo la cofradía se ha movido «entre dos aguas» a la hora de servirse de los modelos, ya que si en los sayones impera el concepto arqueológico que puso de moda la película Gladiator en 2000, los romanos parecen seguir el de las películas peplum de los años 50 y 60 con las corazas plateadas.

La figura del romano con los brazos cruzados es, de todas las del misterio, la más propia de Juan Vega. Las piernas abiertas subrayan la pose natural de esta talla que en contraste con el otro romano que manda parar el castigo parece importarle poco lo que ocurra.

La obra de Juan Vega se encuadra en el neoexpresionismo realista que inició Juan Manuel Miñarro, que a su vez siguió el expresionismo realista de Castillo Lastrucci. «La diferencia está en que en el neoexpresionismo realista se intensifica la base retratística, hay una presencia más fuerte del modelo que en Castillo Lastrucci».

El profesor subraya a este respecto cómo Juan Vega pone siempre especial interés en seleccionar sus modelos. «Si ahora entrara por la puerta el hombre que ha servido de modelo para el romano veríamos el parecido, lo reconoceríamos todavía más que una obra de Castillo Lastrucci pero es un préstamo, el modelo no tiene nada que ver con el personaje», apunta. Un pero le pone a la obra: ganaría «muchísimo» sin las enormes plumas del casco. «Es un servilismo completo al modelo de los armaos de la Macarena, que sí tienen su sentido». En el grupo escultórico de Málaga ese plumero está de más, estima.