La impaciente espera por contemplar la última gran obra de José María Ruiz Montes llega a su fin. El joven imaginero malagueño vuelve a demostrar sus dotes y calidad escultórica en el Cristo de la Misericordia, un portentoso crucificado que recibirá culto en la iglesia de San Miguel de Miramar, y que será bendecido mañana sábado, a las 20.00 horas. Un ejemplo más de cómo la madera, en sus manos, se convierte en referente devocional.

El escultor se muestra orgulloso de su obra. «La imagen de un crucificado siempre es una gran oportunidad de aprender disfrutando de la pura esencia de la escultura, donde deja latentes al descubierto las capacidades más profundas de un escultor, viéndose la altura del talento constructivo-compositivo, y fundamentalmente sumamente importante es la anatomía, donde se deja ver la sensibilidad del conocimiento del cuerpo humano en toda su belleza natural», explica mientras da los últimos retoques a la imagen.

En efecto, el Cristo, que fue encargado en 2013 por el párroco de San Miguel de Miramar, Fernando del Castillo, y que se situará en el altar mayor del templo, destaca por sus volúmenes potentes, por su plasticidad imponente, pero a la vez por la sutileza de los detalles. «Pero es indudable que para un escultor que a su vez es creyente, es una posibilidad para adentrarse más aún en profundidad y así alimentar el conocimiento y el alma sobre la teología a través del sacrificio de Jesucristo en la Cruz», destaca el imaginero.

Ruiz Montes explica que el cuerpo del crucificado muestra ambigüedades tensionales en su anatomía, contando que el cuerpo humano reacciona con convulsiones por la fuerte posición en el que se encuentra, atenazado de pies y manos en el que la gravedad en vertical del cuerpo agota todo el sistema nervioso y muscular. Pero, a pesar de ello, su rostro refleja una actitud de serenidad fuera de lo común, sin renunciar al sufrimiento. «Quería que expresara calma y diálogo», resume.

Contrasta, a su vez, con la tensión en sus brazos y en las manos, en la zona branquial, todo ello con una fuerte inflamación venosa y arterial en el que pasando al brazo con la tensión plasmada en los biceps branquiales, al igual que la masa pectoral, y en el que toda la zona torácica se percibe toda esa fuerte posición mezclado por la falta de oxígeno.

«Mujer ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre». Éste es el pasaje evangélico, el momento iconográfico elegido por Ruiz Montes para su Crucificado de la Misericordia. «Con esta conversación del Señor con su discípulo amado y su madre intento expresar la fraternidad entre los seres humanos que debería existir. Cristo nos entrega a su Madre y Juan nos representa a todos nosotros, toda la humanidad y simboliza así que María es la Madre de todos nosotros que también nos acoge en su infinita Misericordia», concluye el imaginero.

La tez aceitunada de la imagen contribuye también a expresar todo este cúmulo de sensaciones. A que el Cristo tenga unción. La sangre brota de las heridas. Cabeza coronada de espinas.