¿Qué sería de Mena sin la Legión? Es una pregunta que, con cierta frecuencia, se preguntan muchos cofrades el Jueves Santo, cuando se ven imposibilitados de pasar por un sitio o sufren la escasa paciencia de quien lleva esperando seis horas en el mismo sitio a que pase la congregación. Pues la respuesta a esa pregunta se pudo comprobar ayer en la calle. No se trataba de especular, sino de ver realidades. De cientos de personas esperando pacientemente a que llegara el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Soledad en la procesión por el centenario de la fusión. Sin la Legión, salvo una escuadra de gastadores abriendo el cortejo. Una presencia simbólica, porque el protagonismo absoluto y completo era de los titulares. Y el público, muy numeroso, estaba por ellos. ¿Qué sería de Mena sin la Legión? Las fotos hablan por sí solas.

Mucho antes de que el cortejo iniciara su recorrido, ya había mucha gente esperando en la calle San Agustín y Granada. Y calmada. En el interior de la Catedral, el trono del Cristo, reformado para pasar por la puerta del Patio de los Naranjos, ofrecía una estampa inédita e impresionante. El crucificado de la Buena Muerte y la Virgen de la Soledad compartían el trono en un calvario de gran belleza. La Virgen ocupaba el lugar donde habitualmente está María Magdalena, mirando al público y situada levemente a la derecha del Cristo, bajo su mirada. Un monte de corcho y pitas completaba la escena.

La elegancia de ambas tallas, la sobriedad de su presencia y el buen gusto de su disposición fueron un total acierto. Además, el trono del Cristo, al ser estrechado para que pudiera pasar por la puerta de la Catedral, enmarcaba la escena con más recogimiento. Incluso eso, hecho por necesidad, dio armonía al conjunto.

La salida de la Catedral se hizo tras el toque de Oración interpretado a corneta por el cabo Pelayo de la Legión. Un momento emotivo que precedió a la alegría de la salida al Patio de los Naranjos, donde el repiqueteo de las campanas de la Catedral, el Himno Nacional y los aplausos recibieron al Cristo de la Buena Muerte y a la Virgen de la Soledad. La marcha El Cristo de la Legión, interpretada por la Banda de la Paz acompañó los primeros pasos del trono por la tarde malagueña. Aquí es momento de hacer un inciso sobre la presencia de esta banda, que destacó con impecables interpretaciones como Bajo tu manto en la calle San Agustín o Margot en la calle Granada, la Salve Marinera y el Novio de la Muerte en Larios, así como los estrenos de Centenario (Molero Luque) y Centenario de Mena (José Manuel Castelló).

El cortejo que acompañó a los titulares destacó por la notable presencia de hermanos. Dos amplísimas secciones de hermanos con velas y hachetas, además de muchos niños, mostraron la implicación de los hermanos. Además, se realizaron dos turnos de portadores que renovaron los 140 puestos de hombre de trono disponibles tras reducir a seis los ocho varales del trono del Cristo.

El primer toque de campana fue para el párroco de Santo Domingo, Juan Manuel Parra, en un detalle que quiso reforzar la imagen de unión con la parroquia. Parra acompañó el cortejo en la presidencia, junto al vicario de la Diócesis, José Manuel Ferrary.

La presencia militar de la Legión y la Armada estuvo cubierta con varios mandos, como el comandante naval de Málaga, Pablo Lewicki; el general jefe de la Legión, Juan Jesús Martín Cabrero; el coronel del Tercio Duque de Alba Marcos Llago; el teniente coronel Agustín Carrera, jefe de la IV Bandera del II Tercio; el comandante Manuel Fresnadillo; y el capitán Sergio Villaescusa.

La entrada en la calle San Agustín fue compleja por la estrechez de algunos puntos, que obligó a sacar a los portadores de los varales exteriores y quitar las cabezas de varal. De hecho, se hizo a palillera y con un respetuoso silencio del público esa primera esquina.

La temida lluvia hizo su aparición en la calle Larios, aunque de forma leve y sin alterar los ánimos.