Entre tú y yo, rara vez una hermandad dirá públicamente que le faltan portadores. Excepto que sea el Descendimiento la semana antes de Semana Santa, ellos nunca han tenido problemas, creo. Entre tú y yo, las cofradías utilizarán millones de eufemismos para decir que tienen los tronos a medias. Por ejemplo, ampliarán el plazo de talla para los hombres de trono. Se hace para dar una segunda oportunidad a aquellos a los que se les ha pasado el plazo, no vayan a pensar mal. Hombre ya. O, qué sé yo, harán interesantes campañas de captación entre alumnos de Bachillerato de colegios religiosos. Si te he visto no me acuerdo. Excepto honrosas excepciones, que hunden sus relaciones colegiales en tiempos pasados, los cofrades acuden a los centros a pescar en ríos de hormonas revueltas con ganas de demostrar su fuerza. Gracias por venir, pero de Pascuas a Ramos raro será que quieran saber de los muchachos que le sacan del embolao. Los cofrades tienden a usar muchos eufemismos. Son unos magos de la palabra. Son capaces de decir que tienen la mitad de las túnicas colgadas y revestirlo de la oportunidad de acompañar a su Titular por un módico precio o de forma gratuita. «Hombre, por favor, no vas a querer salir en estas condiciones», como el que te vende un ADSL de calidad. El eufemismo es una «manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante». Bien, ante la dureza de la realidad, los cofrades tienden a revestir sus necesidades con el hábito de la oportunidad. No hay crítica posible. Un día, y puede que ese día no llegue nunca, se tendrán que acabar las palabras bordadas con hilo de seda y dar paso a la arpillera de la realidad. Mientras tanto, no te pierdas en disquisiciones que no llevan a parte alguna.

Coda: Toda Mágala te lleva en sus hombros, dos mil veces centenaria cofradía. Pero por no hacer cola, al final acabas sola.