Esta serie de columnas cuaresmeras no sería lo mismo sin la tradicional cita con los politicofrades. Hétenos aquí, estimado amigo, acudiendo a esta concertada cita. He de adelantarte, querido cofrade, que este año he visto Borgen y House of Cards, dos series sobre las entrañas políticas que me han abierto los ojos a una nueva realidad. Ahora, cuando echo la vista atrás y veo a los politicofrades de los que tanto he hablado empiezo a identificar personajes que antes me pasaban desapercibidos. Uno de ellos es el del cónyuge arribista ávido de protagonismo colateral. Me ha dicho mi amigo Pablo que este bacalao está siendo poco ácido este año. Bueno, pues vamos a darle salsita (como diría Schuster).

¿Tan goloso es tener un carguito en una hermandad? Por delante de mi casa han pasado carretillas de cadáveres que volvían de luchar hasta la muerte por tener algo que contar a los demás. Gente de esa que te da la mano diciéndote nombre, dos apellidos, linaje y cargo en la hermandad. Parejas que son capaces de urdir sesudos planes para mantenerse a flote en la cofradía. El uno por el otro. El otro por el uno. Para mayor gloria de los dos. Lo mismo les sirve una cofradía que la comunidad del bloque o la asociación de vecinos.

Otro personajillo adherido al politicofrade es el denominado «Sancho Panza», que regala momentos mágicos como la defensa a capa y espada de su muy mejor amigo€ Hasta que el tipo defendido se queda huérfano de cargo y Sanchito recula hasta desdecirse de sus loas a su anterior espejo y modelo de vida. Hay hipotecas que no se piden en el banco.

Coda: Las opiniones son como los culos, dicen. Cada uno tiene el suyo. Y como los culos, hay opiniones buenas y malas según algunos. Los politicofrades se deben a las encuestas y necesitan alinear a los medios en el pensamiento único. Amén.