Francisco Javier Jurado, Coco para sus muchos amigos, pregonó ayer en el Teatro Cervantes la Semana Santa que habrá de llegar el próximo Domingo de Ramos, 9 de abril, y lo hizo sin renunciar a lo que siempre ha defendido, a lo que es, a lo que dice en su programa cofrade de Procono Televisión o repite cada día en su «Buenas Tardes, Málaga» de la Cadena Cope: Coco hizo un pregón en el que ejerció de malagueño y trató de que otros miles de cofrades malagueños reflexionaran con él sobre el peligro que supone perder las señas de identidad y las tradiciones que siempre nos han definido al importar otras cosas de más allá, «el copia y pega» que no siempre es bueno, ¡qué va!, a veces es «ridículo». A Coco lo presentó el pregonero de 2016, Antonio Guadamuro, el gran periodista, el veterano cofrade; dos amigos sobre las tablas en una de las noches más importantes del año para los cofrades.

El pregón de Coco fue valiente, porque decir eso, hoy en día y en según qué cenáculos cofrades puede sentar mal, pero un pregonero habla con el corazón y eso, al menos, hay que reconocérselo. No admitió medias tintas, fue a por todas: «La variedad define la esencia de nuestra Semana Santa, pero cuidado, aquí no cabe todo, recogido está en las reglas de la Agrupación: hay que cuidar la identidad malagueña». Y siguió, más vehemente incluso: «En esta ciudad tan cosmopolita es difícil mantener el tradicionismo, esto, unido al afán de querer ser copia, la mayoría de las veces mala, de algo o alguien y en pos de la exclusividad de cierta estética». «Nos pasamos por los varales una herencia muy determinada, flaco favor del copia y pega en lugar de crear con nuestras raíces... con nuestra historia», dijo.

Pregón de la Semana Santa de Málaga

Pregón de la Semana Santa de Málaga

Pero no terminó ahí: «Qué difícil es conservar y preservar nuestra línea de tradición» y advirtió de que «de lo sublime a lo ridículo hay una línea muy delgada». «En esta Málaga donde hay quienes no reconocen que tenemos nuestro propio sentimiento de identidad, nuestra propia capacidad de crear, nuestro propio sentir cofrade que va unido a nuestros condicionantes históricos, culturales, ambientales, urbanísticos, climáticos... no tenemos que sentirnos obligados a obedecer otros cánones por muy historicistas, estéticos o culturetas que sean», reseñó, para llegar al culmen de este tramo de su declamación: «¡Aquí son catedrales!, nuestros tronos son catedrales».

Antes, en un diálogo traído a escena con su amigo, su álter ego, Santi Rico, este le pide: «Insiste en que aquí tenemos un vocabulario cofrade... Se dice cruz guía; barras de palio, que palio es el cielo del trono; los varales para el hombro; y los guiones presentados...». Los años malos dieron paso a los buenos, «se fueron depurando ciertas actitudes dentro y fuera de las cofradías»; y, por qué no, se fue buscando «la autenticidad», eso sí, «sin silicios ni estameñas aunque algunos así lo prefieran». La llegada de muchos jóvenes en los setenta y los ochenta a las hermandades dio lugar a «dos formas de entender la Semana Santa, la de posguerra de tronos grandes, suntuosidad, y el procesionismo de los ochenta y noventa, nuevas cofradías, austeridad, estación de penitencia».

En el mismo diálogo con su amigo, el también mayordomo de Jesús El Rico se declara partidario del cambio de itinerario, que podría inaugurarse en 2018, siempre que haya «unanimidad y se respeten los espacios tradicionales; Santi, no podemos estar anclados en la geografía urbana de hace un siglo».

Jurado habló también de igualdad. «Aquí quiero ser tremendamente respetuoso y que no valga ninguna discusión ni controversia en la integración de la mujer en nuestras cofradías. En ningún puesto, en ninguna situación, en ningún cargo debe ser diferenciada porque la palabra cofrade no tiene género y son los cofrades, los que crean la Semana Mayor, la miman, la mantienen, la gozan y la viven con la intensidad que le es connatural», dijo.

Un poco antes, reivindicó las casas de hermandad, «pórticos de grandeza humana y social que dinamizan su entorno, y se implica irremisiblemente en los problemas de los vecinos». Eso sí, «aún nos queda mantener las puertas más abiertas» y eso se lograría con la creación de «un centro de interpretación y muestra en el Museo de las Cofradías Jesús Castellanos».

Luego, alabó al público malagueño, «el mayor patrimonio», y recordó que el hecho cofrade tiene un reflejo evidente en el empleo, en el comercio, en el turismo, la hostelería y, en definitiva, la generación de riqueza, «echándose en falta una más evidente colaboración a estos niveles con iniciativas que redunden en nuestra Agrupación y para la Semana Santa». Por ello, pidió a las grandes firmas y franquicias que se impliquen en el fenómeno cofrade, «que aunque no permitan poner carteles en sus escaparates al menos apaguen las luces al paso de la Virgen de Servitas».

Coco Jurado recordó que Málaga sigue esperando, «porque le falta una referencia visual permanente, un monumento al mundo cofrade en forma de esculturas, y qué mejor sitio que a los pies de la inacabada torre sur de la Catedral, y así nos recuerde que no hay cosas imposibles, sino personas incapaces».

El también ATS, con una trayectoria intachable en el Civil y en Carlos Haya, repitió varias veces durante su alocución, de más de una hora y media: «¡Porque esto, señores, es Málaga», una frase para centrarse, para vertebrar su pregón, para no olvidarse de nada: con Santi Rico habla otra vez de los barrios. Este le pide que no se olvide de esas cofradías, «sus traslados, sus procesiones, Churriana, Puerto de la Torre, Gamarra, Carranque, Pedregalejo, el Palo, Los Corazones, San Andrés, Ciudad Jardín». Y un guiño incluido a la nueva directiva de San Julián: «¿Cada vez hay menos muro en San Julián o es que me parece a mí?». Y en ese diálogo amistoso con su álter ego, Rico pregunta: «¿Este año tampoco vienen los regulares?», y contesta Coco: «Pues parece que no». También echa de menos su compadre a la marinería del Sepulcro.

Durante el pregón, una pantalla mostró imágenes que forman parte de su memoria, la misa del Alba y el traslado del Cautivo, la bendición de Jesús El Rico o el desembarco de la Legión y el traslado del Cristo de la Buena Muerte. Isabel Fallos, su amiga, habló de la Virgen del Rocío, la Novia de Málaga, y de la otra gran devoción de Jurado, la de las marismas; y Adolfo Arjona, el director de Cope Málaga, se asomó a la ventana de la radio para ver a Jesús de la Misericordia, de perchelero a perchelero. También se acordó de Pepe París, recientemente fallecido, y de gritar un «¡Viva la Virgen de la Paloma Coronada!», y habló del cáncer al que hace o ha hecho frente, de sus horas bajas y de la fe en Dios para superarlo todo, de su Rico y de su Virgen del Amor.

Antes de callar, pidió que Málaga salde su deuda con los Palma -Palma García y Palma Burgos-, padre e hijo, y reconocer su magisterio escultórico en 2018, cuando se cumplen los cien años del nacimiento del progenitor y así reconocer «su labor, en tiempos de dificultad hacer y dar tanto a Málaga».