El Cristo de Llagas y Columna ha vuelto a su capilla callejera como si no hubiesen pasado diez años desde que fue tallado por el imaginero Juan Manuel García Palomo. La imagen ha vuelto al taller durante dos meses para recuperar el brillo original, perdido tras diez años en la capilla callejera donde se le da culto y donde ha estado expuesto a la contaminanción.

El imaginero recalcó que la imagen acumulaba una importante capa de polvo y suciedad que habían hecho desaparecer el brillo de la policromía. De hecho, la encarnadura "se había quedado mate" y además había perdido parte de la policromía en la cara, codo y mano, donde se localizaban algunos golpes. La imagen también tenía partido el dedo gordo del pie derecho y otro en la mano.

García Palomo destacó que el "paño de pureza estaba muy ennegrecido" y en la espalda, donde la encarnadura tiene una mayor cantidad, la policromía estaba " desnutrida, mate, e incluso había perdido algunas gotas de sudor y sangre". También limpió la cabellera de polvo y suciedad, actuando contra el desgaste de esta parte de la imagen, donde en algunos puntos se transparentaba el estuco.

El imaginero malagueño ha realizado una nueva soga para el Cristo, utilizando el mismo material que la original, y ha recuperado el color de la cara, pelo, labio inferior (muy desgastado) y ha repolicromado todo el brazo derecho desde el codo a la mano, ya que estaba muy desgastado. Además, toda la imagen tiene ahora un nuevo barniz de mucha calidad para proteger a la imagen, que ha vuelto a una remozada capilla callejera, más protegida por un cristal de metacrilato en la puerta.