Si en la primeras horas de la tarde, con el arranque de la Magna Victoria, el público era escaso y concentrado junto a los tronos, la entrada de Zamarrilla por la Rampa de la Aurora trajo ya a miles de personas para poblar las calles del Centro. El calor ya había remitido y empezaban a llegar todos los tronos, además que Zamarrilla tiene un gran tirón popular y la Virgen de la Trinidad iba justo detrás.

El tintineo de su palio al moverse acompañaba alegremente la música de la Banda de Zamarrilla, con una cruceta bien elegida, poderosa y con marchas acorde con el carácter de celebración de la Magna. El trono de plata multiplicaba los rayos de sol de la tarde que iba atrapando desde la salida de la casa hermandad. Allí ya se notaba una importante cantidad de público, clave para recorrer un tramo tan ingrato como Mármoles con el sol cayendo de tarde.

La entrada por la Rampa de la Aurora se realizó con el público llenado las calles incluso antes de que la cruz guía se acercara. Sin embargo, sufrieron un parón en ese momento. Al parecer no había coincidencia en los horarios de María Auxiliadora y Zamarrilla, que finalmente pasó delante en la calle Fernán González y el cortejo de la Trinidad tuvo que frenar para hacer un hueco a María Auxiliadora. No obstante, como el orden de paso en el recorrido oficial indica que la Auxiliadora debía pasar por delante de Zamarrilla, obligaba a acelerar por la calle San Juan a este cortejo y frenar a Zamarrilla y Trinidad para que se restableciera el orden.

La Virgen de Zamarrilla lucía especialmente guapa para esta Magna. Una salida extraordinaria como ésta se merecía lucir las mejores galas. Flores blancas para adornar un trono cuya entrada marcó un antes y un después en la celebración de la Magna. Más allá de retrasos o alteraciones, el público respondió con aplausos y mucha expectación la llegada de Zamarrilla.