Algo más de un año ha tenido que esperar la Hermandad de Santa Maria de la Victoria para volver a entronizar a su virgen en un trono-templete completamente restaurado. Así, ayer la Basílica de Santa María de la Victoria fue, al fin, testigo del momento en que se descubrió el dosel de la embocadura del camarín, donde ya se situaba la pieza desde la pasada semana.

El proceso de restauración se remonta a noviembre de 2017, cuando el Instituto Andaluz del Patrimonio se llevó el trono-templete para comenzar su labor. Un trabajo necesario debido a la antigüedad del baldaquino, explicó a La Opinión el hermano mayor de la hermandad, Miguel Orellana Ramos, quien añadió que también la estructura necesitaba ser consolidada y la policromía repasada y limpiada.

Que el proceso se extendiera durante todo el 2018 así como que se tuviese que hacer una propuesta de intervención a la Comisión Provincial de Patrimonio, dependiente de la Consejería de Cultura, se deben a que el trono, atribuido al arquitecto Felipe de Unzurrunzaga y fechado en 1700, es un Bien de Interés Cultural.

Por su parte, el costo de la intervención ha sido asumido, en su mayoría, gracias a la subvención del Ayuntamiento, que superó los 45.000 euros. El Instituto Andaluz del Patrimonio ya se encargó de restaurar la figura de Santa María de la Victoria en la década de los 90, por ello Orellana explica que querían que se llevase a cabo con las mismas garantías la primera restauración en profundidad del trono-templete de la virgen, del que se conoce que en los 70 se intervino, aunque no está documentado el proceso.

Con esta restauración se ha recuperado la policromía original de esta pieza «de un valor artístico tan importante», valoró Orellana Ramos, quien añadió que también han aparecido exvotos.