Ayer, al paso de la Virgen de los Dolores del Puente, muchos de los abonados que están en la Plaza de la Marina comenzaron a clamar por mayor luz, algo que achacan a que las farolas elegidas para iluminar el enclave no dan suficiente iluminación. Es uno de los problemas, pero hay más, porque, entre otras cosas, se ha denunciado la escasa visibilidad que hay tras las sillas, aunque la Agrupación de Cofradías vendió lo contrario. Pero este periódico ha querido comprobar in situ cuál es el grado de visibilidad de las procesiones en la Alameda para los no abonados.

Lo primero que debemos reseñar es que hay decenas de personas tras las sillas en la Alameda, que no son abonados, por supuesto, tratando de ver las procesiones. La movilidad no es mala, pero parece difícil achacar estos problemas a la Agrupación de Cofradías, porque las obras de urbanización del bulevar malagueño han dificultado no sólo la movilidad, sino también la visión.

En la acera Sur de la Alameda, hay un tramo importante de suelo hormigonado y otra gran parte con chinos y mucha arena blanca que genera, de paso, un polvo muy molesto. Hay 'jerseys' (separadores de obra) por el suelo, y tramos tomados por rejas que protegen zonas en obras. Hoy, cuando atravesaba la Alameda el Nazareno del Paso, la visibilidad era buena, pero dificultada, entre otras cosas, por las rejas.

Una señora decía "parece que estamos presos", mientras dos chicos jóvenes se han subido al murete del parking de la Marina para ver al Nazareno de la cofradía del Rocío. Pese a todo, cientos de personas estaban tras las sillas tratando de atisbar algún detalle de los desfiles, que se ven bien, como se deduce de la visita, pero no con detalle. Esta es una de las principales críticas que se han hecho al recorrido oficial, aunque la Agrupación, recalcamos, ha defendido lo contrario.

Más allá de la estética de las tribunas, los sitios de paso, justo antes de que atravesara la hermandad victoriana la plaza de la Marina, estaban también repletas de gente y algunas familias se asomaban tímidamente a los huecos entre unas y otras, buscando ver algo. Los acomodadores protegían los accesos. Pero bien es verdad que la tarde es apacible y no ha hecho frío, por lo que, de momento, las tribunas no han servido de mucho.

Lo que es seguro es que todo mejorará mucho cuando las obras de urbanización de la Alameda concluyan, al igual que las del metro. No parece una zona cien por cien segura para el tránsito y la visibilidad, aunque posible, no es la mejor del mundo.