El mayor estreno de la Semana Santa de Málaga de este año es la Semana Santa de Málaga. No es que sea redundante la frase. Sino que es la realidad de lo que se ha venido hablando, trazando, estudiando durante los últimos años en el seno de la Agrupación de Cofradías.

El cambio ya está aquí. La nueva Vía Dolorosa malagueña con sus opositores y defensores va a seguir ocupando reflexiones, opiniones, discusiones, en los medios de comunicación y en la calle, incluso debajo de un varal o de un capirote. Posiblemente en alguna procesión, si afinamos el oído entre las notas una marcha, podamos oír una frase negativa o de desprecio al nuevo trazado, y por supuesto, al instante una réplica. Hay más malagueños a favor que en contra, seguro. O eso quiero creer.

Animemos a estos cofrades a meter riñones, como el buen hombre de trono. A enfocar con el objetivo en el punto más interesante de este cambio y mirar de manera positiva esta Semana Santa, histórica, en la que muchos vamos a participar y por tanto vamos a ser parte de esta memoria de la historia de la ciudad. ¿Veíamos con buenos ojos la peatonalización de la calle Larios hace diecisiete años? ¿Por dónde iban a pasar los coches? Algunos tacharon el proyecto de erróneo y ya se nos ha olvidado. Hemos normalizado todas estas y otras metamorfosis ciudadanas. En la RAE se puede leer sobre la palabra costumbre: «Práctica habitual de una persona, animal o colectividad».

Hay que salir de la zona de confort y atreverse a explorar nuevos ámbitos, dicen los 'coach' ahora. Porque según estos expertos es la única manera de evolucionar, aprender, experimentar nuevas sensaciones.

Esta transformación de la visión de nuestra Semana Mayor está proporcionarnos nuevas imágenes que al menos están agradeciendo mis ojos. Los fotógrafos de prensa y cámaras de televisión después de muchos años están ofreciendo en sus plataformas nuevas visiones de las procesiones. Y buen seguro los gráficos la están disfrutando. Titulares mirando al mar por la calle Larios, entre palmeras en la plaza de la Marina y con la Catedral de fondo. Nuevas estampas con desconocidas perspectivas que renuevan las páginas de los periódicos, de las webs de los portales cofrades, de las revistas que están por hacer y cómo no, de las redes.

Los relatos de redactores de las emisoras de las radios se han renovado y eso lo agradece otro de mis sentidos, los oídos. Se narran nuevas situaciones en estos nuevos caminos por estrenar, investigar e incluso conquistar, por qué no. Escenarios interesantes e inéditos. Los itinerarios vuelven a tener protagonismo y sentido entre las manos de los miles de personas que al pie de la calle descubren nuevas sensaciones. Itinerarios que se han convertido en elemento necesario, no solo para los visitantes, sino para los propios malagueños. Lo aprendido no sirve y hemos debido de activar, a ritmo de tambor, nuestras neuronas cofrades para que aprendan, otra vez, por fin, un nuevo trazado, un nuevo horario, una nueva estampa, una nueva ilusión.

La Málaga cofrade está de enhorabuena y yo se la doy. Por esta decisión difícil, arriesgada pero valiente. El éxito de esta nueva puesta en escena es y debe ser de todos. No solo de los que participan y hacen la procesión o de las fuerzas de seguridad y del ayuntamiento, no. En este 2019 la Semana Santa pide el hombro de cada uno de los malagueños. El hombro de aquellos que perdieron su lugar favorito y a los que han encontrado un nuevo paraíso cofrade. Es un deber arrimar el hombro, meter riñones, erguidos, levantar a pulso el trono, el trono del orgullo malagueño. Y el año que viene mejor, sin duda. Pues los errores serán identificados y enmendados. Málaga se está transformando en todos los aspectos y la Semana Santa podía quedarse atrás. ¡¡Arriba con ella!! Con nuestra Semana Santa.