Las calles del Centro de Málaga se llenaron para recibir al Señor de la Humildad, en una procesión extraordinaria que conmemora el 325 aniversario de la Hermandad de la Humildad, que fue refundada en 1978 y recuperando la historia de la original. La procesión salió desde la Catedral de Málaga a las seis de la tarde, para recorrer las calles del Centro en un itinerario de regreso a la basílica de la Victoria que ha evitado las grandes calles para optar por un recorrido plagado de callejuelas, espacios recoletos, curvas y estrecheces que hacían que el público se acercara más al trono.

Los más cínicos pueden llegar a pensar que el recorrido, optando por calles como Nueva, Santa Lucía, Méndez Núñez, Granada, Huerto del Conde o Manrique, se aseguran el lleno con poco público. La realidad demostró de nuevo que esa conclusión era errónea. El Centro se llenó. Las calles se fueron animando según pasaban los minutos y en plena procesión eran cientos las personas que formaban un pasillo prieto de público a lo largo del recorrido. La elección de las calles estaba más motivado por llegar a las tres sedes que están vinculadas a la historia de la hermandad (iglesia de Santiago, convento de la Merced (ya desparecido) y Santuario de la Victoria) y al afán de buscar un recorrido inédito para la cofradía, que la inserte aún más en su barrio de la Victoria y que ofrezca la posibilidad de vivir de cerca (muy de cerca) el paso del Señor tallado por Buiza y su magnífico grupo escultórico, tallado por Elías Rodríguez Picón en 2012.

El planteamiento de la hermandad se ha demostrado un éxito. El público respondió con generosidad en el recorrido. Las calles se llenaron y los sonos de la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza retumbaron en la estrechez de algunas calles elevando los cuerpos de los portadores y los corazones del público. La simbiosis con el trono, con el que llevan compartiendo muchas horas de procesión, es perfecta. La sobriedad y contención del Señor, ejemplo de mansedumbre y humildad, contrasta con la expresividad exagerada (incluso malsana, como buscó el imaginero para ahondar en la psique de los personajes) de las imágenes del grupo escultórico. Esa escena se completa con las marchas de cornetas y tambores en una puesta en escena de las más impactantes de la Semana Santa de Málaga. Si a eso le unimos el gran trabajo de mayordomos y capataces, nos encontramos con una procesión donde se han vivido momentos emocionantes. La salida de la Catedral, el paso por la plaza del Obispo, la entrada en la calle Nueva con 'Pasion, Muerte y Resurrecion' o la curva de salida a Especerías, en una maniobra precisa, lenta y elegante, son ejemplos de cómo se ha desarrollado esta procesión extraordinaria.

Por cierto que apunta bien la balconada estrenada en el trono, pese a no estar terminada, aportando un detalle de realismo a la escena que le da todo el sentido.