Málaga vuelve a cumplir la tradición con el Cristo de Medinaceli, que se venera en la iglesia parroquial de Santiago Apóstol. Como cada primer viernes de marzo, y desde tiempo inmemorial, con motivo de su festividad, durante quince horas la imagen recibe la visita de miles y miles de personas, que aguardan paciente la cola hasta poder estar ante la imagen y depositar las tres monedas en el cepillo, una por cada gracia que se le pide y en recuerdo del precio que pagaron los frailes para recuperar de Fez la primitiva talla que recibe culto en la basílica de los capuchinos de Madrid.

La congregación que se encarga del cuidado y custodia de la imagen anunció este jueves que los cultos se mantenían inalterables para el gran día de hoy, a pesar de la alarma creada en torno a la propagación del coronavirus. "No hay besapié ni besamano. No hay contacto con la imagen, solo se reza y se dan tres monedas de donativo", explica Isidoro Rodríguez, portavoz de la institución parroquial, quién no apreciaba a primera hora disminución de fieles con respecto a otros años.

Desde el pasado 2019, cuando la imagen volvió a su sede canónica después de la restauración del templo, el Cristo de Medinaceli se expone en el presbiterio el altar mayor, no en su capilla. Los devotos acceden por la puerta de la nave de la Epístola y pueden ocupar los bancos para reservarse en unos minutos de oración ante la imagen. Y salen por el patio. Puede que las colas no sean como las de hace unos años, sin embargo, la mayor parte de los fieles esperan a la tarde para propiciar este reencuentro.

Durante todo el día, el conteo es incesante. A las ocho menos dos minutos de la mañana se abrían las puertas y ya había cola. Y Santiago estará abierta, de manera ininterrumpida, hasta las once de la noche.

La veneración al Cristo de Medinaceli, una imagen de posguerra de José Navas Parejo, es una de las tradiciones más arraigadas de la ciudad y que se ha venido transmitiendo de padres a hijos. En la cola, gentes de todas las edades y de toda condición que buscan su referente devocional al que piden tres gracias por las tres monedas del mismo valor que ofrecen.