Semana Santa

La pasión de los artesanos y artistas cofrades

La industria cofrade local, conformada por cien empresas, vive momentos muy duros dado que la crisis económica derivada de la pandemia ha provocado que las cofradías reduzcan o anulen sus encargos patrimoniales -Floristas, imagineros, tallistas, bordadores, ebanistas, doradores y músicos viven una situación límite y reclaman ayudas fiscales o directas

Los artesanos cofrades de Málaga, al límite por la falta de encargos tras la suspensión de las procesiones de Semana Santa

Patricia Moreno / Paula Guardián

José Antonio Sau

José Antonio Sau

Málaga encara a principios de primavera una situación anómala: no habrá Semana Santa. Tampoco la hubo en 2020. Ya saben que la pandemia del Covid-19 está haciendo estragos y que las concentraciones, como las que se dan cada Semana Mayor, multiplican las posibilidades de contagio. La Semana Santa no es un evento más de la ciudad, es el momento cumbre de su calendario y se ha convertido en la fiesta más rentable de cuantas se celebran en la capital de la Costa del Sol. Uno de los últimos datos sobre el impacto económico de la Semana Santa, según la Cátedra de Estudios Cofrades, que dirige el decano de la Facultad de Comercio y Gestión, Benjamín del Alcázar, fue que en 2018 este indicador acarició los 103 millones de euros, un 25% más que el año anterior. Asimismo, las cofradías mueven anualmente en torno a 24 millones de euros, esa es la inversión que realizan, según la misma fuente, de tal manera que una cuarta parte de esos fondos van a conservación y adquisición de nuevo patrimonio: mantos, túnicas, enseres de diverso tipo, tronos, imágenes, velas, flores, etcétera. Estos artesanos cofrades que conforman la industria local hacen frente hoy a su particular pasión y luchan por mantenerse a flote en un mercado muy competitivo y exigente: son empresarios, pero se trata de oficios artesanales y artísticos.

Ahora, ese 25% del dinero que manejan las cofradías para adquisiciones de patrimonio o conservación se ha suprimido, precisamente porque las hermandades deben dedicar el dinero a pagar sus casas hermandad o a hacer frente a la exigente labor caritativa, que se ha multiplicado en tiempos de pandemia. No se invierte en los artistas y artesanos cofrades. En Málaga hay, según la Cátedra de Estudios Cofrades, entre 90 y 100 empresas de esta naturaleza: tallistas, carpinteros, ebanistas, bordadores, imagineros, escultores, pintores, doradores, orfebres, estofadores, músicos, floristas, vendedores de velas y enseres religiosos. Y eso sin contar a las de la provincia o a la industria andaluza, cuyas sociedades reciben muchos encargos de corporaciones malagueñas. En fin, se trata de un rico universo industrial y artístico que vive sus horas más difíciles porque sus principales clientes, las cofradías y hermandades, no sólo de pasión, sino también las de gloria, no es ya que no salgan en procesión, sino que han suspendido en este año largo muchos cultos internos y externos, que consumen flores y velas, por ejemplo, además de telas.

Según la Cátedra de Estudios Cofrades, las hermandades perciben el 30% de sus fondos de las luminarias y cuotas de salida que pagan los hermanos para la procesión y de la subvención de la Agrupación de Cofradías. Ese dinero, ahora, brilla por su ausencia o se ha reducido mucho, por lo que también han disminuido las inversiones en patrimonio. Sevilla ha inyectado un millón de euros a sus cofradías para que inviertan en conservación y adquisición de nuevo patrimonio, mientras que la Junta hará lo propio con un millón de euros. En Málaga se quiere destinar el dinero previsto para eventos suspendidos, entre ellos la Semana Santa, para los sectores afectados por la no celebración de estas fiestas (el Carnaval o la Feria, entre ellas). Pero ¿es suficiente?

La pasión de los artesanos y artistas cofrades

Juan Vega es uno de los grandes imagineros de la Semana Santa malagueña, además de un reputado y cotizadísimo escultor. Esta misma semana, por cierto, ha entregado un sayón para el nuevo grupo escultórico del Santo Suplicio. Dice que la situación es difícil para todos, aunque explica que él tenía una gran carga de trabajo merced a los pedidos a largo plazo. / Álex Zea

El imaginero y escultor Juan Vega, uno de los más demandados y valorados por la crítica, aguanta porque tenía mucho trabajo, encargos a largo plazo, y ahora está centrado en ello. «Yo doy de plazo seis meses o un año, aún sigo entregando cosas que me encargaron hace un año». Eso sí, proyectos nuevos «hace unos meses que no hay muchos». Vega no sólo es imaginero, sino también un escultor muy cotizado, por lo que aunque gran parte de su obra es para cofradías, trabaja para coleccionistas particulares. Por ejemplo, está el mercado de las piezas de bronce. «A nivel cofrade hay incertidumbre porque nadie se mete en un proyecto de envergadura». Esta misma semana, por cierto, ha entregado una escultura para el futuro grupo escultórico del Santo Suplicio, que le encargaron hace un año. «Llevo meses de ir acabando encargos, me han encargado cosas particulares, porque siempre hay quien quiere tener una obra tuya en casa. La carga de trabajo es menor». Además, dice Vega, él es autónomo, trabaja solo, pero «reparto mucho trabajo, en una obra que me encargan a mí hay otros tres talleres que colaboran». «Eso crea sinergias y si no hay encargos, no se produce». Vega invirtió mucho esfuerzo en un nuevo taller en Lagunillas, «son mis años más fuertes de trabajo, he de pagar muchas cosas». Pero lo asume como algo natural de su oficio, «el arte siempre tiene vaivenes». En su opinión, más que ayudas directas a su sector, estaría bien que se inyectaran las ayudas a las cofradías para que estar encargaran trabajos a nuestros artistas.

El director de la Banda de Música de las Flores, Francisco Pérez González, Curro, dice que la pandemia les ha afectado «en absolutamente todo, ha cambiado, mermado y paralizado nuestra actividad casi por completo. Si un año normal como 2019 realizábamos en relación a 25 ó 30 actuaciones y salidas procesionales, durante 2020, tras decretarse el estado de alarma sanitaria, tan sólo hemos podido realizar dos conciertos». La banda no tiene deudas, pero el mayor problema es la falta de actividad y ensayos, «eso hace mermar la calidad musical de la banda en sí, además de que se corre el riesgo de que algunos de los miembros decidan que ha acabado su ciclo vital y abandonen la formación». Luchan contra lo que está pasando «reduciendo los gastos, se han ajustado las gratificaciones económicas de los profesores y algunos desarrollan la actividad sin cobrar». Necesitan, claro, conciertos y actividad, espacios para ensayar y ayudas económicas. Antes del confinamiento, había setenta miembros en la banda, ahora hay cincuenta, «tras este parón no sabemos lo que nos vamos a encontrar». La banda se creó en 1987 y realiza un gran trabajo con niños y adolescentes.

Manuel Toledano es tallista y lleva años trabajando a un gran ritmo, tras recibir su primer encargo e solitario en 2009. Desde entonces, ha colaborado en la ejecución de tronos como el de los Remedios, la Redención o el Resucitado. De cualquier forma, y pese a la pandemia, ha seguido trabajando dada la gran carga de trabajo que tenía de antes. Las nuevas peticiones, eso sí, han parado.

Manuel Toledano es tallista y lleva años trabajando a un gran ritmo, tras recibir su primer encargo e solitario en 2009. Desde entonces, ha colaborado en la ejecución de tronos como el de los Remedios, la Redención o el Resucitado. De cualquier forma, y pese a la pandemia, ha seguido trabajando dada la gran carga de trabajo que tenía de antes. Las nuevas peticiones, eso sí, han parado. / Álex Zea

Ángel Giles tiene una floristería mítica en la Alameda, Andalucía, se llama, y trabaja con 20 cofradías, desde el Cautivo al Rocío, pasando por la Zamarrilla, Piedad o Viñeros. «Estamos muy parados, es un año muy raro, ahora estamos haciendo algo, esperamos que en Semana Santa haya algunos cultos, porque trabajamos a un 20%». En 2020 facturó un 70% menos que en el ejercicio anterior, porque no se celebró Semana Santa, a lo que se suma que sus clientes habituales como hoteles y cruceros no tuvieron actividad. «Estamos sirviendo a domicilio, haciendo publicidad y los clientes particulares no fallan en el día a día», dice, para indicar luego: «Por supuesto que hacen falta ayudas, si no mucha gente no va a seguir». Él lleva ya más de veinte años en este negocio y es un reputado florista, no sólo en el ámbito cofrade, aunque los tronos y cultos que monta son muy comentados cada año. «Este año ya estamos haciendo algunos cultos, pero nos hacen falta ayudas».

Fran Pérez Segovia es un conocidísimo fotógrafo cofrade que, además, junto a Diego del Pozo montó la floristería ‘La Victoria Arte Floral’, en honor a la Virgen de la Victoria, en calle Lagunillas. Llevan un par de años en la brecha. «Diego es biólogo y botánico y lleva muchos años trabajando con la flor», explica. Trabajan habitualmente en los cultos (y en los tronos) de las cofradías de La Paloma, Pasión, Humildad, Descendimiento, Rescate o con el Mutilado. «También hacemos un servicio anual de flor, surtimos a las cofradías de flores cada semana o diez días y así están servidas todo el año», recalca. ¿Cómo han encajado este año largo de pandemia? «Hemos sufrido una caída abismal».

La pasión de los artesanos y artistas cofrades

Felicitación Gaviero es uno de los grandes nombres del bordado malagueño. Se recupera con éxito de una enfermedad, pero, entre sus realizaciones, la más querida es el guion de Crucifixión, y destacan otras como el frente del palio del trono de la Virgen de la Merced o el manto y el estandarte de coronación (en la imagen) de la Virgen del Rocío. El taller tiene muchos trabajos apalabrados, pero las hermandades eluden comprometerse. El trabajo ha caído un 70%. / josé antonio sau. málaga

La pasión de los artesanos y artistas cofrades

Ángel Giles es el propietario de la floristería Andalucía, de la Alameda Principal. Trabaja para preparar los cultos, actividades litúrgicas y tronos de más de veinte cofradías, entre ellas la Piedad, cuyo espectacular resultado pueden ver arriba. Es un gran artista. La caída de su facturación ha sido superior al 70% en 2020 por la falta de Semana Santa y porque clientes como hoteles y cruceros ahora demandan poco este servicio. / josé antonio sau. málaga

La pasión de los artesanos y artistas cofrades

Alberto Berdugo es carpintero, ebanista, tallista y dorador, además de propietario del Taller de Dorados y Restauraciones Berdugo Trujillo. Entre otros, ha dorado el trono de los Remedios, «un trabajo cien por cien malagueño», además de encargarse, por ejemplo, del arco de campana de Nuestra Señora de Gracia, entre otros. La caída de la facturación en su taller es del 60%. / Álex Zea.

La facturación cae más del 50% en varios negocios y los encargos nuevos se han parado

«Antes de la pandemia, el 70% del trabajo estaba relacionado con las hermandades, hemos sufrido una caída abismal y nos hemos reconvertido, ahora el trabajo para las hermandades es un 25% o 30% del total, el resto son encargos de decoración, bodas, servicios a clientes particulares, que es, por cierto, lo que más ha subido durante la pandemia, en la pandemia la única forma de enviar algo a sus seres queridos para muchas personas es la flor», explica. En 2020, perdieron en torno a 80.000 euros en Semana Santa. «Hacen falta ayudas». 

El tallista Manuel Toledano se muestra especialmente orgulloso de haber colaborado en la ejecución de los tronos de la Virgen de los Remedios, de la Redención o del Resucitado. Su nuevo proyecto es participar en el trono del Señor de la Sentencia. «Sinceramente, a mí no me ha afectado esta situación porque tenía una carga de trabajo importante ya firmada, con su programación de pago y las hermandades cumplen religiosamente», dice, pero sí reconoce que «nuevos encargos no han entrado. Tenía mucho volumen y así he podido aliviarme». Espera, eso sí, que el «colectivo pueda salir de esto» y, más que de ayudas directas, se muestra partidario de bonificaciones fiscales, «en el IRPF, el IVA, es más una política integral de reducción de impuestos». Tiene a tres personas trabajando con él, que siguen, y es optimista: «La obra más importante todavía no ha salido de mi taller».

Fran González es el marido de Felicitación Gaviero, una de las grandes bordadoras de la Semana Santa malagueña. Ahora, esta artista supera con éxito una enfermedad y no puede atendernos. Hablamos con su familiar, también responsable del taller. González señala que tenían ya apalabrados muchos trabajos con hermandades, pero estas no han dado el paso. «No quieren comprometerse al pago, porque no saben si van a poder afrontarlo. Los encargos, el trabajo, ha caído un 70%», dice, aunque destaca que ellos ya habían frenado algo por la enfermedad de su mujer, de la que ahora se recupera con éxito y ánimo. En los momentos más florecientes, había cinco y seis personas trabajando en el taller (lo normal eran dos o tres, de forma puntual). Gaviero empezó a trabajar en 1995 y puso su taller propio hace dos décadas. Es un nombre imprescindible del renacimiento del bordado en la capital, que vive una eclosión. Su obra más querida es el guion de Crucifixión, aunque ha firmado realizaciones de la talla del manto de coronación de la Virgen del Rocío, la restauración del manto de la Virgen de los Dolores de Expiración o el frente del palio de la Virgen de la Merced. Ahora, tienen a una persona teletrabajando.

Alberto Berdugo trabaja con la madera, es tallista, aunque también ha alcanzado gran fama por el dorado. Es propietario del taller de Dorados y Restauraciones Berdugo Trujillo, en la calle Cuevas de San Marcos. Cuando se decretó el estado de alarma en la cuaresma de 2020, dice, «empezaron a ir las cosas mal». Algunas hermandades comenzaron a parar trabajos. Y con las restricciones horarias y de movilidad «la cosa ha ido de mal en peor». Pide ayudas a las cofradías para que estas, a su vez, encarguen trabajo a los artesanos y artistas cofrades, «porque si no es muy difícil que empresas como la mía sigan adelante». Destaca que hay profesionales que no necesitan gran inversión en personal e infraestructuras, pero no es su caso, él requiere de ambas patas de la mesa común para sostener el negocio. Entre 2019 y 2021, su facturación ha caído entre un 50% y un 60%, paga el alquiler de las instalaciones y el suministro y al personal, con mucho dolor, debió cortarlo en mayo pasado. «He reducido gastos», dice, con el fin de que sobreviva el negocio, que es su vida, pero tiene aún algunos proyectos de hermandades y encargos particulares para hacer muebles a medida o restaurarlos. El origen de su negocio, de cualquier forma, era el mundo cofrade. Está muy orgulloso de todos sus trabajos, aunque destaca uno 100% malagueño: el dorado del trono de los Remedios.

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