Crónica

Un largo Domingo de Ramos de puertas para adentro

Ambientazo cofrade en las calles, pese a la ausencia de tronos y nazarenos, en auténticas peregrinaciones a los templos para venerar a los sagrados titulares que, este año, no pueden salir al encuentro de sus devotos

El Cristo de la Humildad, expuesto en veneración en la Victoria

El Cristo de la Humildad, expuesto en veneración en la Victoria / Gregorio Marrero

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

En Semana Santa los cofrades están habituados a exteriorizar su fe. A compartirla con quienes se agolpan en las aceras y aguardan el paso de interminables filas de nazarenos para reencontrarse con su devoción, a la que rezan durante todo el año en su capilla, al doblar una curva o en la calle más estrecha del itinerario. Este 2021, sin embargo, toca interiorizar la devoción e ir en su busca en el interior de los templos y de forma paciente tras aguardar largas y ordenadas colas hasta poder estar cara a cara con las imágenes. ¿Papi, tú echas de menos salir? La pregunta parece inocente, pero no lo es. Elaborar una respuesta que pueda entender una niña de ocho años cuando lleva dos sin poder revestirse su sotana y roquete de monaguillo, no es fácil. Porque la Semana Santa es otra forma de amar y ella ya lo sabe. Y es cuando se produce el pellizco.

El obispo, Jesús Catalá, visitó este Domingo de Ramos la Basílica de la Victoria y a las cofradías que tienen su sede en este templo donde reside la Patrona. De allí tenía que haber salido la Humildad. El mensaje del prelado ahondaba, precisamente, en el sentido de una Semana Santa de puertas para adentro, que, por qué no, puede llegar a ser muy fecunda, espiritualmente. Como suele decirse, extraer de la crisis una oportunidad, en este caso, de profundizar en los misterios del Señor. 

Un Domingo de Ramos para interiorizar la devoción

Ignacio A. Castillo

Humildad

En el exterior, a esa hora de la tarde, la cola de cofrades serpenteaba por toda la explanada para poder admirar ya no solo a los titulares de los Servitas Blancos, sino también a los de la cofradía del Amor, del Viernes Santo. El Señor de la Humildad es una obra de arte imponente. De Buiza. Su sola presencia ya estremece. A los pies de la hornacina que lo custodia a diario, cubierto por su clámide, su mirada baja es un potentísimo foco de atracción de fieles. Allí estaba el Ecce Homo, asomado a una ciudad que venía a Él esta vez en peregrinación constante. Con cuatro blandones de cera tiniebla, aún en proceso de ejecución, y cuatro faroles cedidos por el Monte Calvario. Y detrás, la jarra y la jofaina con las que Pilatos se levó las manos en el pretorio, a los pies de la cruz-guía redentora. 

La albacería de la hermandad ha recreado la Sacra Conversazione de la Virgen de la Merced bajo palio, con flores de talco de estreno entre las barras. Ataviada de manera primorosa por Javier Nieto, luce su manto de capilla.

A las 18.00 horas, en la plaza del Santuario, la banda de música del Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración ofreció un concierto de marchas procesionales en el que interpretó las marchas 'Cristo de la Humildad', 'Merced', 'Libertadora', 'Saeta Malagueña a María Santísima de la O', 'El Refugio de María' y 'Mektub'.

Las imágenes de la Humildad se podrán visitar hasta el próximo Miércoles Santo, en horario de 9.00 a 13.00 y de 17.00 a 21.00 horas, salvo en las horas de culto de la parroquia.  

Humildad y Paciencia

El Domingo de Ramos siguió siendo un día contrastes. Pero de mucho ambiente cofrade, pese a la ausencia de procesiones en la calle. El pulso se mantiene y el termómetro refleja que los malagueños tienen muchas ganas de Semana Santa, después de un año aciago de días santos confinados. Ya fuera en la Trinidad, en el Centro, en Capuchinos o en la Cruz del Humilladero.

En la iglesia de San Vicente Paul se terminaba la Misa del Palmas y de nuevo se permitían las visitas a los sagrados titulares de Humildad y Paciencia. Esta cofradía es otra. Mejor. Ha sabido aprovechar el espacio del templo de manera eficaz y sobresaliente para el culto. La imagen de la Virgen de Dolores y Esperanza presidía el altar mayor de la parroquia. Lo hacía por primera vez, de Reina, rodeada de cera y de flores con detalles de palma rizada en las ánforas y escoltada por las imágenes de San Vicente Paul, el titular del templo, que sustituía su característico crucifijo por una palma, y de Santa Teresa de Jesús, reforzando el carisma carmelita de la institución.

Acertada y equilibrada composición y puesta en escena de la dolorosa, que estrenaba una palma de oro en el fajín, así como una medalla concedida al director espiritual por Instituciones Penitenciarias por su labor en la pastoral penitenciaria. Pero el Cristo de Humildad y Paciencia, en el bajo coro, sobre un imponente risco, se mostraba cercano y accesible. Querubines cedidos por Pollinica parecían querer hacerle compañía durante su último Domingo de Ramos, ya que la imagen será sustituida por un nuevo titular que ya ultima José María Ruiz Montes y cuya bendición estaba prevista el pasado mes de noviembre. Entre esos ángeles, uno que portaba un reloj de bolsillo cuyas manecillas marcaban la hora exacta en la que la cofradía hace estación de penitencia en la Catedral.

Las imágenes de Humildad y Paciencia mantendrán esta disposición cultual hasta el próximo Miércoles Santo.

Salud

La cola en la plaza de San Pablo llegaba hasta la calle Mármoles. De forma ordenada y manteniendo las distancias, los fieles accedían por la puerta principal del templo neogótico y se dirigían a la antigua capilla sacramental, donde los sagrados titulares de la Salud están expuestos en veneración. La piedad popular en esta parroquia tiene un papel preeminente. La hermandad llevaba a cabo una celebración de la Palabra, en la que también participaban las cofradías hermanas del Cautivo y la Soledad de San Pablo. Las distintas meditaciones y las preces fueron leídas por distintos miembros de la cofradía. "Por las víctimas de la pandemia". "Porque nunca perdamos la esperanza". "Por todas las cofradías, para que sean comunidades de cristianos"... 

El Crucificado de la Esperanza en su Gran Amor, muy elevado, ocupaba el centro del altar y a sus pies, en un simbólico Calvario, la Virgen de la Salud, que recibía las peticiones y ofrendas en forma de flores a sus pies. Luis Álvarez Duarte en todo su esplendor y en una misma corporación de penitencia que sabe hacer compatible, como pocas, el quejido de la corneta y los acordes de guitarra. 

Durante toda la tarde se mantuvieron las colas para visitar a las imágenes, donde estarán hasta el Viernes Santo. Pero este Domingo de Ramos, esa falta de capirotes y de capillos que hacen anónimo el esfuerzo bajo el varal, esa ausencia de mecida y caminar característico, esa privación del redoble o la saeta... quiso ser sustituida por la emisión de un programa en directo 'La Salud está en la calle', a través del canal de YouTube de la hermandad, entre las 16.30 y las 22.30 horas.

Dulce Nombre

Redoblaron campanillas en el interior de la Divina Pastora y repitieron su característico sonido en la plaza de Capuchos. Simulaban una emocionada salida del Dulce Nombre poco después de las 14.30 horas. Pero no salieron nazarenos franciscanos del interior. Y el tinglao, tan detestado seguramente durante años pero tan añorado en los dos últimos, tampoco estaba. "Lo peor ha pasado ya", reconocía el hermano mayor Carlos Galiana. Una opinión compartida por Gema Pérez, su antecesora en el cargo, incapaz en ese momento de contener las lágrimas. Sonaban los primeros compases de la marcha 'Divina Pastora' desde la azotea del colegio del mismo nombre, a cargo de la Banda Sinfónica de la Trinidad, que ofreció un centro de flores a la Virgen cuando finalizó el concierto.

Las visitas fueron incesantes y se incrementaron en las primeras horas de la tarde. La fila de cofrades parecía interminable y rodeaba todo el perímetro de la plaza. No en vano, el templo acoge a dos corporaciones que tenían que haber hecho estación de penitencia este Domingo de Ramos: la del Dulce Nombre y el Prendimiento. Ambas 'tomaron' por completo la nave de la epístola con sus aparatos cultuales, en una especie de diorama de escenas de la Pasión: desde El Beso de Judas a las Negaciones de San Pedro. Así, el Cristo de la Soledad recreaba el paso que representa en su trono cada Semana Santa, rodeado del grupo escultórico tallado por Antonio Bernal, mientras que la Virgen del Dulce Nombre lucía de una manera mucho más austera y acorde con la crisis sanitaria que ha impedido una celebración normalizada. Aunque enmarcaba su bello rostro con un encaje de almejilla dorado, tal y como fue recogida por los hermanos de la corporación del taller cordobés donde fue realizada.

Huerto

Y en el Centro, en la iglesia de San Julián, el Domingo de Ramos supuso una jornada de arduo trabajo para la albacería del Huerto. El esfuerzo no estuvo en esta ocasión bajo el trono. El dolor tampoco fue de pies o riñones. Pero la archicofradía, que reside de forma provisional en este templo de la Agrupación de Cofradías, mientras duran las obras de los Mártires, tuvo por la mañana una solemne función religiosa, a la que asistieron los hermanos mayores honorarios. y por la tarde, los titulares aparecieron expuestos en un altar completamente distintos, con el manto de procesión de la Virgen de la Concepción como telón de fondo, haciendo las veces de dosel, pero también, del característico olivo que cobija la escena de Getsemaní, con el Señor siendo confortado por el ángel.

La Virgen de la Concepción y la imagen de San Juan Evangelista, con una palma rizada en sus manos, completaban el aparato efímero. 

Durante la visita de los fieles, la agrupación musical del Cautivo de Estepona, tradicional acompañamiento del trono del Cristo orante, interpretaba marchas procesionales. Tampoco faltaron las saetas para completar una jornada que empezó bien temprano, por la mañana, y acabó rozando el toque de queda para despedir un Domingo de Ramos histórico, adaptado a las circunstancias, y dar la bienvenida al Lunes Santo.