Martes Santo

El gran retablo de Jesús Castellanos

Juan Antonio Sánchez López, catedrático de Historia del Arte de la UMA, examina los rasgos artísticos del trono de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario, de la Cofradía del Rocío, un marcado y conseguido diseño de Jesús Castellanos, con la talla de Antonio Martín y la imaginería de Manuel Carmona. La idea es adaptar un paso típico sevillano de talla minuciosa a la estructura del trono malagueño, para conseguir una obra de perfiles planos y componer una suerte de retablo barroco perfectamente integrado con la imagen.

El trono de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario, diseñado por Jesús Castellanos, en la Semana Santa de 2018.

El trono de Nuestro Padre Jesús Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario, diseñado por Jesús Castellanos, en la Semana Santa de 2018. / Arciniega

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El trono del titular de la Cofradía del Rocío, realizado en los años 90, parte de un experimento «muy interesante» del recordado Jesús Castellanos, que se plasmó gracias al trabajo de talla de Antonio Martín y la imaginería de Manuel Carmona: «Adaptar la idea tradicional de un paso de talla minuciosa típico sevillano a la estructura de un trono y además con elementos de una personalidad poderosísima», explica el catedrático de Historia del Arte Juan Antonio Sánchez López.

Una de sus particularidades es que, en esta adaptación, se prescinde del paso ‘de bombo’ de Sevilla, cuyo modelo más clásico es el de Jesús del Gran Poder.

Frente a las curvaturas sevillanas, en su lugar Jesús Castellanos diseña «un trono minuciosamente tallado que vuelve al esquema de los perfiles planos y rectos, jugando con las molduras arquitectónicas como si fuera un retablo».

Antonio Martín y Jesús Castellanos (centro) con otros colaboradores.

Antonio Martín y Jesús Castellanos (centro) con otros colaboradores. / Cofradía del Rocío

De esta manera, mantiene la idea de la minuciosidad, «de una talla muy delicada y preciosista, pero en realidad lo que hace es componer un trono como si fuera un retablo renacentista a base de planos y pilastras que crean un juego de entrantes y salientes que le dan movilidad pero es un movimiento muy discreto», precisa el profesor.

Junto a estas líneas generales, la personalidad del diseño de Jesús Castellanos también radica en la obsesión del autor porque el trono «reflejara la identidad malagueña con referencias artísticas e iconográficas del patrimonio de la ciudad». Se trata de algo que se puede apreciar a la perfección en la traza de las capillas, «inspiradas en la fachada del Palacio Episcopal y con respecto a la iconografía, por ejemplo en la capilla principal, basada «en el núcleo principal de la custodia del Corpus de la Catedral para aludir al carácter sacramental de la cofradía», al igual que las estaciones del viacrucis, pues El Rocío está vinculado al viacrucis «desde su creación».

El programa iconográfico de las restantes capillas traza un discurso cristológico que da cabida al nacimiento de Cristo, cuya misión es consumar la redención representada por la Piedad y que culmina en el triunfo del Resucitado.

El trono del Cristo, por la Tribuna de los Pobres el Martes Santo de 2019

El trono del Cristo, por la Tribuna de los Pobres el Martes Santo de 2019 / Álex Zea

El resultado final es, a juicio de Juan Antonio Sánchez López, «un diseño muy elegante y logrado, uno de los conjuntos más originales de Jesús Castellanos».

El catedrático también subraya el detalle de que los arbotantes sean bajos, «teniendo en cuenta que es un Cristo caído», algo que no ocurre en muchos pasos de Sevilla, donde se opta por «aumentar el monte», prueba de que en este diseño la integración de trono e imagen es perfecta.

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