Miércoles Santo

Expiración: eclecticismo y mensaje teológico

El catedrático de Historia del Arte de la UMA, Juan Antonio Sánchez López, autor de la famosa monografía ‘El arte de la madera’, examina el trono del Santísimo Cristo de la Expiración, que el sacerdote asturiano Félix Granda realizó para la archicofradía en los años 40, en sus talleres de Madrid. El religioso y artista combinó con acierto un sinnúmero de estilos en un trono de planta basilical romana y lo dotó de un programa iconográfico con un importante mensaje teológico, muy apreciable en la base de la cruz

El trono del Cristo de la Expiración, a su paso por la Alameda Principal, en la Semana Santa de 2005.

El trono del Cristo de la Expiración, a su paso por la Alameda Principal, en la Semana Santa de 2005. / CARNERO

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Como recuerda Juan Antonio Sánchez López, a finales del XIX el sacerdote asturiano Félix Granda se propuso «renovar el arte religioso», que con el auge de la imaginería seriada, en el que marcaba el rumbo la fábrica ‘El arte cristiano’ de Olot, el arte sacro se había vuelto «totalmente kitsch». De hecho, muchos escultores habían dejado de lado su estilo para sumarse a esa moda de fisonomías blandas y colores pasteles y chillones.

En este contexto, Granda funda unos talleres artísticos en Madrid con el fin de «recuperar, digamos, la dignidad del arte religioso y ofrecer un producto de primerísima calidad».

Uno de los ejemplos más notables de «acabado perfecto» es el trono del Santísimo Cristo de la Expiración, de 1941-1944. El catedrático de Historia del Arte remarca, antes de nada, el papel «determinante» que jugó el hermano mayor, Enrique Navarro: «A él se le debe que la Semana Santa de Málaga incorporara el Cristo de Mariano Benlliure y el trono evidencia que se encontró uno adecuado para la imagen».

A este respecto, recuerda que no es lo mismo, siendo del mismo autor, el Nazareno del Paso, de la Esperanza, que el Cristo de la Expiración. El primero es una imagen de vestir en la que «la modernidad puede dialogar con el barroco» y por tanto, con otro tipo de atuendo y de trono.

De hecho, Juan Antonio Sánchez López recuerda que aunque, en un principio Enrique Navarro también encargó a Granda un proyecto para el trono de la Virgen de los Dolores de la misma archicofradía, «al ver el diseño ves que siendo una dolorosa barroca no cuadra, necesita otro tipo de trono, por lo que el hermano mayor, de forma inteligente, lo descartó».

El trono del titular de la Archicofradía de la Expiración, en una imagen de 2015.

El trono del titular de la Archicofradía de la Expiración, en una imagen de 2015. / Gregorio Torres

Un eclecticismo que funciona

El acierto del trono del Cristo es su eclecticismo, una mezcla de estilos que si no hubiera funcionado «la llamaríamos pastiche», que desde luego no es el caso, apunta el experto, quien precisa que en la obra hay referencias muy diversas: «lo románico, bizantino, islámico, persa, mudéjar, renacentista, gótico, lo académico...».

El trono está diseñado con dos cuerpos y, como curiosidad, Granda ideó en el cuerpo bajo unos respiraderos de aires mudéjares, en la creencia de que iba a ser llevado «por costaleros o cargadores». Además, la planta del trono es la de una basílica romana: rectangular, salvo el ábside del frontal, «el elemento curvo que rompe la traza rectangular».

El catedrático también remarca la gran formación teológica del sacerdote, algo que se aprecia en el programa iconográfico y en el diseño. Uno de los mensajes que pretende es que «en la nueva Arca de la Alianza se manifiesta Cristo y lo hace en el momento triunfante en el que expira, que es cuando se cumple la promesa de la salvación inaugurando la Nueva Alianza que deroga y sustituye a la que Dios estableció con Moisés». De ahí que el frontal lo presida el relieve de los Varones de Israel «los guardianes y defensores del trono del Rey Salomón, ascendiente bíblico del crucificado que reina desde la cruz y aniquila desde ella al mal».

Y en el programa iconográfico, los tondos romanos -los medallones circulares- muestran un viacrucis. También hay un elemento que le gusta mucho al religioso, las guirnaldas con hojas de laurel, otro toque romano alusivo a la gloria y la inmortalidad cosechadas por Cristo «héroe y mártir por excelencia».

El basamento

Particular atención merece el basamento de la cruz, con tres animales monstruosos, un perro, un macho cabrío y un elefante, «los tres enemigos espirituales del ser humano: mundo demonio y carne». Y encima, tres encapuchados, tres penitentes «que representan a los que están dormidos en las sombras de la muerte y purgan los pecados, que son lavados por la sangre derramada por la Víctima Escogida; los tres enemigos espirituales son destruidos por la muerte de la Cristo en la cruz; es un calvario alegórico».

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