Todo Capuchinos congregado en torno a la imagen de su Patrona. Como siempre. Desde siempre. Más de 300 años de veneración ininterrumpida en este histórico arrabal cuyo desarrollo urbanístico desde el siglo XVIII se ha producido a partir del antiguo convento franciscano y a los pies de la imagen de la Divina Pastora de las Almas que Montes de Oca esculpió para Málaga con los mismos atributos iconográficos con los que Fray Isidoro de Sevilla visualizó y concibió la advocación en 1703. La procesión de la Virgen sirvió este sábado para coronar un mayo pastoreño lleno de ilusión y con una expectación singular ante el inminente reconocimiento canónico previsto para el 5 de octubre de 2024.

La cita en el calendario de las Glorias malacitanas está grabada a fuego. Y pocos devotos, o ninguno, se quieren perder la procesión. Además, era la primera oportunidad de ver a la imagen, recién restaurada, iluminada por los rayos del sol de la media tarde capuchinera. Si la congregación puede sentirse satisfecha con el trabajo de limpieza y reintegración llevado a cabo por Ángeles Mulero y Francisco Naranjo, la Málaga cofrade puede también celebrar, y con mucha razón, cómo se ha puesto en valor una de las principales piezas de su patrimonio escultórico y patrimonial. 

Numeroso público en la salida de la procesión. Gregorio Marrero

La Pastora, además, ahondaba con su puesta en escena procesional en sus orígenes. En su iconografía primitiva tal y como la pintó Alonso Miguel de Tovar (1678-1758), discípulo de Murillo, en aquella estampa que sirvió para, por encargo precisamente de Fray Isidoro, extender la advocación desde Andalucía al resto del mundo. Y así salió con el niño Jesús de Álvarez Duarte a sus pies y rodeada de sus dos inseparables borregos, conjunto escultórico en el que también han intervenido los restauradores. Con saya blanca bordada en oro por Sebastián Marchante y manto procedente de una antigua capa pluvial bordada en oro sobre tisú de oro, además de un corpiño de brocados antiguo. A la sombra de un copioso árbol reinventado, más duradero que el tradicional granado que solía cobijar a la imagen, compuesto por hojas de boj. Ensayo, además, de cara a la maratón cultual prevista para la coronación.

La Pastora, enmarcada en las jacarandas de Capuchinos. Gregorio Marrero

Ajuar

Con el halo de los gozos y el cayado que recibió como regalo de sus hermanos con motivo del 250 aniversario fundacional de la congregación, obra de Montenero, la Pastora portaba un escudo del Málaga CF que pendía de su muñeca, como clavo ardiendo ante los peores tiempos del malaguismo en mucho tiempo. De hecho, mientras estaba la procesión, a pocos metros, el equipo ganó, estirando su agonía, eso sí, en un clima de crispación contra la directiva y los jugadores. La Virgen presidía su risco, pero también iba acompañada de una antigua tallada dieciochesca de menor formato del arcángel San Miguel, propiedad de las hermanas Clarisas del convento anexo al templo, y que también ha sido restaurada por Mulero, que le ha restituido partes que había perdido, algunos dedos e incluso un ala fracturada, y que este año ha estrenado escudo y espada de plata realizados también por Montenegro. Iba en la parte trasera del trono, incidiendo en la bucólico sueño del santo capuchino que regaló al orbe cristiano una nueva advocación a la que encomendarse. 

Este primer encargo, que llegó a salir en rosario público un 8 de septiembre, fue decisivo e inspiración para que muchas hermandades se crearan en Sevilla, Huelva, Cádiz y también llegara a Málaga. De las primeras, además.

La Virgen que salía sobre su trono de madera tallada y dorada, adornado con flores variadas en distintos colores, arreglo a cargo de Floristería Cisneros, y a hombres de 88 portadores revestidos con túnicas de color marrón. La banda del Maestro Eloy García, de la archicofradía de la Expiración, que había llegado interpretando el Himno del Málaga CF, el 'Málaga la Bombonera' en pasacalles, era la encargada de acompañar musicalmente a la comitiva, con una cruceta repleta de marchas gloriosas y eucarísticas, que comenzó con el Himno de Andalucía, para que la imagen saliera de su templo, al tratarse la Pastora de una advocación netamente andaluza y la gran aportación de la piedad popular de la región a la Iglesia Universal. Le siguió 'Divina Pastora', de Francisco Javier Moreno, la primera marcha con la que cuenta la congregación, cuando la procesión se adentraba en los jardines de la plaza de Capuchinos, cuajada de jacarandas y engalanada de papelillos desde una semana antes. Y, a continuación, 'Manto y Corona', para ingresar en la Alameda de Capuchinos.

Frente de procesión, en los jardines de la plaza de Capuchinos. Gregorio Marrero

El cortejo estaba compuesto, fundamentalmente, por hermanos con cirios y niños de primera comunión. Una representación de la Asociación de María Auxiliadora de Málaga, con su bandera y presidencia con bastones, se incorporaba igualmente al cortejo, como el Dulce Nombre, y otras representaciones, como la Pastora de Cártama, mientras que el guión de Salesianos recibía a la Virgen en la plaza. Un completo cuerpo de acólitos precedía el trono y los monaguillos repartían estampitas para extender la devoción.

Capuchinos, "impaciente por ver a su Reina con su corona"

Durante todo su itinerario la hermosísima Pastora malacitana, puede que la más bella de todas las que existen y la tercera que será coronada canónicamente, tras las que se venera en el convento capuchino de Sevilla (1921) y en San Fernando (2004), no dejó de recibir las muestras de cariño y veneración de los vecinos. Tras pasar por las principales avenidas de la Alameda de Capuchinos y la Alameda de Barceló, a un ritmo alegre y diligente, llegaba un punto culminante y un recibimiento especial en la calle Daoiz, con petaladas, lanzamiento de aleluyas y sevillanas. Pero nada como el que aún le esperaba en Tizo, ya de recogida, en el Molinillo, donde la congregación se gusta y se recrea consciente de que en este entorno encuentra el punto culminante de su recorrido. Allí, la devoción volvía a desbordarse al paso de la Virgen, desparramada en forma de petaladas infinitas, vivas y guapas, entremezclados con los sones de 'Reina y Madre de Capuchinos', de Sergio Bueno, enlazada esta vez con la inconfundible 'Malagueña Virgen de la Paloma', de Rafael Hernández. "Y el barrio de Capuchinos, que a ti nunca te abandona, está impaciente por ver a su Reina con su corona", remataba la sevillana Paco Sánchez, o Paco Pastora, como es conocido por todos, desde un balcón de la calle de la que pendían guirnaldas y flores de papel. Letra de José Carlos Torres y música de Alberto Zumaquero, que también intervino en el estribillo.

Afrontaba los últimos metros de la cuesta de Capuchinos con 'Reina del Rosario Coronada', 'Cristo de la Vera+Cruz', para volver a adentrarse en los jardines de la plaza, y 'Ante ti, Pastora', en los últimos metros antes de iniciar la maniobra, con tirones a tambor con ya característico redoble marinero, y de nuevo 'Divina Pastora', como en la salida, pero esta vez para volver al templo y encerrarse en su sede canónica, rozando las 23.30 horas, con la Marcha Real y el incesante repique de las campanas de la espadaña.