Pentecostés

Un barrio tras la Virgen del Rocío

Petaladas, marchas, ‘Aleluyas’ y mucho público en una procesión de Pentecostés que renovó el eterno idilio entre la Virgen del Rocío y su barrio de la Victoria

La procesión de la Virgen del Rocío por la Victoria y Lagunillas.

La procesión de la Virgen del Rocío por la Victoria y Lagunillas. / Eduardo Nieto

Miguel Ferrary

Miguel Ferrary

La hermandad del Rocío realizó este sábado, 27 de mayo, toda una declaración de amor a su barrio de la Victoria y a la devoción que arrastra multitudes: la Virgen del Rocío. La salida procesional por la festividad de Pentecostés fue una fiesta en la calle, donde se sucedieron los momentos de devoción popular que definen esta salida procesional. Una fiesta de barrio y de devoción, con la Virgen llevada en volandas en cada tramo de calle, con la música soñando sin parar y la Banda de la Virgen del Rocío impartiendo una catequesis musical, con marchas constantes que llevaron al trono en volandas. 

La calle Lagunillas fue una fiesta, en la que la Virgen del Rocío entró por la puerta grande. Una puerta realizada con seis columnas y una alfombra de sal y colores que fue pisada por la ‘Señora de Lagunillas’, como rezaba la pancarta que daba la bienvenida a la Virgen. Y llovieron pétalos de rosas. Y más. Y más. 400 kilos de lluvia roja sobre la Virgen. La calle Lagunillas olía a rosas y la banda sonaba. Solo paró la petalada para escuchar a un coro infantil que silenció la calle. Al terminar llovieron más pétalos y los aplausos. Y solo era el principio. 

Luego llegó el paso por la calle Alonso Benítez, con ese sabor de barrio que todavía resiste a la ciudad turística. Y la calle Victoria, con el saludo en la capilla del Rescate. 

El trono para la procesión de Pentecostés, que está cogiendo mucho empaque, fue el centro de todas las miradas en la calle Berlanga, donde los ‘aleluyas’ volaron junto a pétalos blancos para recibir a la Virgen, mientras pasaba bajo una arcada decorada.

Luego llegó la subida a la Basílica de la Victoria, que dio la oportunidad de ver la Virgen casi a la altura de los ojos gracias al desnivel de la cuesta de entrada.

La procesión llegó antes de las 23.00 horas a la casa hermandad, pero fue de una intensidad, que mostró la fuerte vinculación que mantiene el barrio con su Virgen del Rocío.