La procesión de los Tronos Chicos inunda las calles de Antequera

La Pasión no termina en Antequera con su Semana Santa. Este domingo, la cofradía de los Estudiantes celebró la vigésimo sexta edición de la procesión de los Tronos Chicos, una de las citas más destacas de la primavera en la ciudad de los Dólmenes y de El Torcal.

El sábado 26 de abril, en la iglesia de San Francisco, Isidro Manuel Carbonero Pedrosa presentó el cartel de la XXVI Procesión de Tronos Chicos para el que se eligió una instantánea de Juan José Gómez Morón, que recoge un momento de la particular vega que corren los participantes antes de la llegada a la Iglesia.

En torno a un millar de niños lucieron las vestimentas de mantillas, penitentes y otras figuras propias de la Semana Santa antequerana en el desarrollo de una estación de penitencia muy especial en la que los pequeños hermanacos portaron sobre sus hombros reproducciones a pequeña escala de los principales tronos de la Semana Grande de Antequera.

No faltaron tampoco las tradicionales petaladas ni las vegas, momentos únicos que dotan a esta procesión infantil de un sentido especial para los jóvenes, principales protagonistas de una jornada va camino ya de las tres décadas.

Como novedad, en esta ocasión se amplió el recorrido del desfile ante la gran participación e interés que despierta el evento año tras año.

Con salida desde la Iglesia de San Francisco, el cortejo transcurrió por la plazuela de San Zoilo, Calzada, Encarnación, plaza de San Sebastián, San Agustín, Lucena, Madre de Dios, Duranes y la plaza de San Francisco, donde corrieron las vegas, para terminar de nuevo en el templo de San Francisco.

La procesión de los Tronos Chicos contó con el acompañamiento musical de la banda de Romanos de Fuente de Piedra, la ‘Pepa de Alhaurín’, la banda de cornetas y tambores Suspiros de Pasión de Alameda y la Agrupación Musical Virgen de Gracia de Archidona.

De esta forma, Antequera volvió a sentir este domingo los sones cofrades entre tambores, incienso y sonrisas infantiles que reflejaron, un año más, la importancia y fuerza del relevo generacional de la fe y la cultura cofrade en la ciudad de los Dólmenes.