Jubileo de las Cofradías

El Vaticano acredita la religiosidad popular andaluza

A lo largo de la historia, los cofrades han tenido que enfrentarse a la incomprensión, tanto fuera como dentro de la propia Iglesia, y con el Jubileo y la Gran Procesión en Roma, la Santa Sede da carta de naturaleza a su carisma y al relevante papel que desempeñan como instrumentos para acercar a los fieles a Dios

La Virgen de la Esperanza y El Cachorro, en la Basílica de San Pedro

Juan Miguel Salvador

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Málaga

La Santa Sede ha dado un respaldo sin precedentes a la religiosidad popular que se vive con especial intensidad en Andalucía. Más allá de que la Esperanza y el Cachorro recorran en procesión las calles de Roma, la importancia del Jubileo de las Cofradías radica, precisamente, en que se va a celebrar por primera vez en la historia. Es decir, el Vaticano acredita de este modo esa "fe del carbonero" que durante siglos ha sido ridiculizada por canonistas y teólogos y que incluso ahora, a pesar del papel relevante que las cofradías juegan como instrumentos para acercar a los fieles a Dios, es incomprendida y menospreciada por no pocos miembros de la jerarquía eclesiástica.

La Iglesia celebra durante todo este 2025 su Jubileo ordinario y ha reservado a las hermandades un destacadísimo lugar en la programación que se desarrolla en Roma, que comenzó en la pasada Nochebuena de 2024.

¿Cuándo se celebró el primer Año Santo?

Corría el año 1300 cuando el papa Bonifacio VIII incorporó la tradición judía al acervo de la Iglesia y convocó el que se considera el primer Jubileo católico universal. La decisión del pontífice vino motivada por la petición que le hiciera una multitud de romanos para celebrar el inicio del nuevo siglo. Décadas antes, otro papa, Calixto II, ya había instaurado otro jubileo católico, pero de alcance más limitado: el jacobeo (xacobeo en gallego). En principio, los jubileos se celebraban cada siglo, pero en 1342 el papa Clemente VI estableció que se repitieran cada cada 50 años, como los hebreos, según figura en los registros vaticanos. En 1389, bajo el pontificado de Urbano VI, se aprueba otra modificación de los lapsos y se estableció que los años santos se celebrarían cada 33 años, en memoria del número de años que, según la Biblia, vivió Cristo. Y en 1475 ,otro papa, Sixto IV, decidió que se celebrarían regularmente cada 25 años, para que “cada generación participara al menos en uno”. Esta tradición se mantiene hasta nuestros días.

En la actualidad existen dos tipos de años jubilares: los Jubileos ordinarios, que se celebran, por tanto, cada 25 años, y los Jubileos extraordinarios, que son declarados por Su Santidad para conmemorar ocasiones especiales. Este fue el caso del último de 2016, que Francisco dedicó como Año de la Misericordia.

Durante el jubileo, los fieles pueden recibir la indulgencia plenaria, es decir, la remisión total del castigo de los pecados, siempre que cumplan con los requisitos previstos. En este 2025, por tanto, la Iglesia se encuentra inmersa en la celebración del Jubileo de la Esperanza, desde el pasado 24 de diciembre, cuando Francisco abrió la Puerta Santa, lo que supune siempre un momento muy importante para los más de 1.300 millones de fieles de todo el mundo.

Es decir, desde 1300 hasta ahora, la Iglesia ha celebrado muchos jubileos. Los últimos han sido el ya mencionado de la Misericordia en 2016, en 2000, convocado por Juan Pablo II, que sirvió para la Glorificación del Misterio de la Santísima Trinidad. Y anteriormente, bajo el auspicio del papa Wojtyła también, en 1983, se celebró extraordinariamente el Jubileo de la Redención. Pero nunca antes el Vaticano había dado carta de naturaleza a la piedad popular y al fenómeno cofrade como ha hecho ahora.

Que la Virgen de la Esperanza protagonice junto al Cachorro esta histórica procesión por Roma es la consecuencia de este reconocimiento por parte del Dicasterio para la Evangelización, dirigido por Monseñor Rino Fisichella, que fue encargado por el Papa Francisco para la organización del Jubileo. Fisichella estuvo en Málaga en el Congreso Internacional de Cofradías celebrado con motivo del Centenario de la Agrupación, y aquí tuvo un acercamiento profundo a la realidad de las hermandades. Aquí conoció a Paloma Saborido, a la que nombró para la Comisión para el Jubileo de las Cofradías y coordinadora del Comité Técnico para la organización de la magna procesión del sábado y de todas actividades que conforman este particular jubileo cofrade dentro del Jubileo de la Esperanza.

Primera procesión cofrade organizada por la Santa Sede en Roma

La procesión, que será la primera de estas características que organiza en la historia la Santa Sede en Roma, supondrá la representación plástica y callejera que mejor define el modo que tienen los cofrades de vivir su fe. Y se hará en el corazón de la cristiandad. Es la puesta en escena de la religiosidad popular que no solo se vive en Andalucía (que puede que lidere la forma, la manifestación y la consecución del objetivo prioritario que es evangelizar), sino en otras muchas partes de España, Europa y, cómo no, Hispano América.

En una entrevista publicada por La Opinión de Málaga, Saborido defendía que se había producido un cambio en la concepción de la religiosidad popular en el seno de la Cristiandad. "Se nos está dando una oportunidad de oro e histórica a la religiosidad popular y en concreto a las cofradías para hacernos ver y explicar cuál es nuestra misión en la Iglesia, la trascendencia de las asociaciones cofrades en este siglo XXI. Y lo está haciendo la Santa Sede y aquellos que gobiernan hoy día nuestra Iglesia", señalaba. Y esto tiene un valor incalculable, ya que el movimiento cofrade adquiere carta de naturaleza. Un carisma propio que en demasiadas ocasiones ha sido malentendido o malinterpretado, de forma demagógica a veces.

Por este motivo, los cofrades tienen la posibilidad también de despojarse de muchos prejuicios y de asentar las bases de su papel protagonista con este acontecimiento histórico.

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