Pentecostés
La Virgen de Rocío: una historia de amor
La Virgen del Rocío recorre el barrio de la Victoria durante la procesión de Pentecostés, recibiendo el cariño de miles de personas

Procesión de Pentecostés de la Virgen del Rocío por la Victoria, 2025 / Eduardo Nieto
Resulta a veces inexplicable. Otras, sorpresivo. Siempre constante. Muchas veces incontrolable. Hay ocasiones que surge desde pequeño y otras cuando el pelo peina canas. Las historias de amor son tan diferentes como personas hay en el mundo. A veces, hace tambalear toda la existencia en un segundo y todo lo que se creía hasta entonces. Tu mundo se vuelve del revés y empiezas colocar las piezas sueltas de tu vida en su sitio correcto. La Virgen del Rocío es el eje de la historia de amor del barrio de la Victoria con la Virgen. Pero es tan grande y tan intensa, que supera cualquier barrera geográfica y se extiende por toda Málaga. Y más allá.
Ella despierta un sentimiento para el que es difícil poner palabras. La RAE define el amor como: "sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser". Es una definición muy exacta de lo que ocurre cuando la Virgen del Rocío anda cerca. O lejos, pero la tienes presente en cada cosa que se hace en el día. Sin embargo, la incapacidad de explicar esto de forma personal nos lleva a demostrar esta historia de amor con gestos y acciones. Cinco horas con un cirio abriéndole el camino a la Virgen, portando el trono, preparando un puñado de pétalos para lanzárselo desde tu balcón, esparciendo 425 kilos de sal para que sean 'pisados' por la Virgen del Rocío, tocar un instrumento viendo apenas su manto durante horas y horas, cantarle 'Puerta del cielo', gritarle vivas una y otras vez hasta perder la voz, porque la cabeza ya se perdió cuando la devoción se inoculó en su corazón, o ponerse delante de la Virgen para recitarle un poema en medio de la calle Lagunillas, con los versos rimados con el corazón y el amor...
Instantes que se han vivido a lo largo de la procesión de Pentecostés que hace la Virgen del Rocío por su barrio de la Victoria. Un barrio que sale a la calle, se encuentra y se reconoce ante la presencia de Ella. Un barrio que lleva el nombre de la Patrona de la Diócesis, pero que su apellido es Rocío. Que encuentra en Lagunillas los restos de un barrio que se está muriendo por la desidia municipal y revive al paso de la Virgen.
Nadie se puede resistir a la fuerza de este barrio, a poca sensibilidad que se tenga. Vivir la procesión de Pentecostés es saludar a viejos y nuevos conocidos. A la mujer que te cruzas todos los días llevando a su hijo al colegio, al jubilado que va a comprar el pan a la panadería Pinos, a la farmacéutica que te vende las aspirinas o a la profesora de tus hijas. Todos se reúnen al calor de la Virgen del Rocío, que va acompañada todo el recorrido, empezando por sus hermanos, que responden de forma entusiasta a esta procesión, ya sea en un cortejo con 198 velas, en los amplios grupos de monaguillos, en los dos turnos de portadores, con la banda u organizando petaladas y decoración por el recorrido.
Al que no conoce el barrio de la Victoria le puede chocar esta devoción que desborda a casa paso en el recorrido de la Virgen del Rocío, pero rápidamente se deja llevar por el ambiente, festivo y alegre por estar con Ella en la calle. Además, en este año había un sentimiento de más entusiasmo, queriendo quitarse la cofradía el mal sabor de boca que dejó el Martes Santo, con la lluvia que obligó a suspender la procesión en mitad del recorrido. Hoy el tiempo, acompañaba.
Desde antes del inicio de la procesión, el barrio respiraba un ambiente de fiesta. Por la mañana la Banda de Música del Rocío había hecho un pasacalles interpretando diversas marchas. Los cohetes anunciaban que era una jornada diferente (qué le gustan los cohetes a la hermandad). Y fue avanzando la tarde hasta que desde las 17.00 horas el entorno de la casa hermandad se fue llenando de hermanos que iban a salir en procesión y componentes de la banda. Había nervios.
El sol brillaba, pero sin el calor sofocante de otras ocasiones. Para las 18.30 horas, la Banda de Música del Rocío, que llevaba interpretando marchas desde hacía rato, se movía para dejar el paso libre al cortejo. Las puertas se abrieron y la cruz parroquial escoltada con faroles pisó la calle.
Lagunillas
A cada lado de la calle Lagunillas había decenas de vecinos esperando la llegada de la Virgen del Rocío. Es de los pocos momentos en que esta asediada zona de la ciudad, devastada entre solares y viviendas turísticas (a cual más dañino para los vecinos) se reivindica en su carácter e idiosicracia. La alformbra de sal, con un dibujo floral en morado sobre fondo blanco, en el número 66, frente al despacho de Loterías El Boquerón de Oro, es la recepción que recibe la Virgen del Rocío al entrar en esta zona.
Ver cómo el trono pisa los 426 kilos de sal es todo un espectáculo. Pasos lentos, mecidas, para adelante, para atrás, vuelta a avanzar a paso corto. La Virgen bendice de esta forma esta sal, que permanece sin tocar hasta la llegada del trono. Tras pasar la Banda de Música del Rocío que va detrás, son muchos los vecinos que se llevan bolsas de sal para fregar sus viviendas y, de alguna forma, sentir que la Virgen del Rocío está con ellos.
Inmediatamente después el trono pasa frente a una fachada de un edificio abandonado, decorado por los integrantes de la Banda de Música son numerosas fotos que recorren la historia de esta imagen. Han sabido convertir una fachada destrozada y abandonada, en un recuerdo de la vinculación de la Virgen del Rocío con su barrio. No hay mejor forma de mostrar que ni el abandono ni la dejadez pueden con el corazón devocional del barrio.
Continúa el cortejo por la calle Lagunillas entre vecinos y expectación ante el momento de llegar a la calle Alonso Benítez, de las pocas que mantienen la esencia de la Málaga popular y tradicional y que se ha convertido en paso obligado para la Virgen. El dean de la Catedral y pregonero de la Semana Santa de Málaga 2025, José Manuel Ferrary, iba invitado en el cortejo tras haber predicado a esta advocación en el triduo. "Reina de Málaga", no solo de la Victoria, insistía el dean, que vivió en primera persona el paso por esta calle, que por su estrechez no mucha gente puede vivir.
Tocaba la banda a palilleras y la calle permanecía en silencio. Pero fue empezar a dar la curva y empezaron a sonar los aplausos, los vivas, a volar pétalos y aleluyas de una fachada adornada con banderas, guirnaldas y lemas para la Virgen. Decenas de 'cangrejos' atestaban la estrecha vía y durante 4 minutos nadie dejó de mirar al Rocío. Muchas gargantes amanecerán el domingo roncas y sin voz.
Otro momento llegaba algo más adelante, al llegar a la capilla del Rescate, donde la hermandad tuvo el bonito gesto de situar al Señor en el dintel de la capilla, revestido con la túnica blanca. Todo un acierto de la junta de gobierno, que la hermandad del Rocío agradeció. Las campanas de los mayordomos repiquetearon con alegría cuando el trono de la Virgen del Rocío se acercó a la puerta para saludar al Señor. El guión del Rescate se inclinó en señal de respeto y se oyeron vivas a la Virgen del Rocío y el Señor del Rescate.

La Virgen del Rocío frente a la capilla del Rescate. / Eduardo Nieto
Restaba casi medio recorrido y cada vez había más gente en la calle. Conforme se iba el sol, el público iba aumentando de forma importante. A la llegada de San Lázaro la Banda de Música del Rocío empezó a interpretar 'Puerta del Cielo', mientras el trono se giraba para ponerse de frente a su sede canónica. Sonó en ese momento el coro infantil de la Escuela de Música de la hermandad, acompañando con sus voces estar marcha y ofreciendo una oración cantada que se queda en el recuerdo de todos y cada uno de los participantes.
Imponente, la Virgen apuraba los últimos rayos de luz camino a la Basílica de la Victoria. El blanco de su saya y su manto hacía destacar el dorado de los bordados, la cinturilla y de las joyas que llevaba la Virgen del Rocío, con leves toques de turquesas que conferían al conjunto una elegancia especial. La mano de Curro Claros se deja notar en cada salida o culto, siendo en gran parte responsable de la historia de amor continuada que vive el barrio de la Victoria con esta advocación.
A hombros del segundo turno de portadores, la Virgen del Rocío continuó por su recorrido tras visitar la basílica, llegando al entorno de la Calle Cristo de la Epidemia y cosiendo así las distintas partes del barrio. Uniéndolos bajo un mismo manto blanco.
Cierre
Si ha llegado hasta el final del texto, le dejo un pequeño regalo, ya que hay un acróstico formado por las primeras letras de cada párrafo,
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