Dudas y nervios. La plaza de los Viñeros era un ir y venir de personas desde las 17.30 horas, hora prevista inicialmente de salida. El retraso en 15 minutos de la salida, para dar tiempo a que se fuese la lluvia, no fueron suficientes. A esa hora seguía lloviendo y todos estaban pendientes de lo que hiciera la Hermandad de la Sagrada Cena. Se preguntaba al que llegaba, se miraban las redes sociales y al cielo. Fueron quince minutos muy largos de espera. Quince minutos extra en los que se miraba al cielo con preocupación y luego con esperanza, cuando rayando las seis de la tarde, dejó de llover.

A las 18.10 horas entró la cabeza de procesión de Viñeros a la plaza y se dieron los tres toques de rigor a la puerta de la casa hermandad, abriéndose y dejando pasar el sol al interior, que iluminó al Nazareno y a la Virgen del Traspaso y Soledad.

Viñeros estaba en la calle con un cortejo austero, que abría una capilla música de la Banda de la Expiración junto a la cruz Guía. Las filas de nazarenos de rojo y bordados en oro se fueron desplegando por la plaza y Carretería en silencio. El público respondía bajando la voz. Los toques del bastón del perdiguero retumbaban en la plaza. Los toques de campana del trono del Nazareno rompieron la sensación de ensoñación que había en la plaza.

El trono empezó la maniobra sin mecer, a paso muy lento. Así salió a la plaza, que fue despejada de público con su empuje. Giró sobre su eje y empezó a encarar la estrechez de la calle Biedmas, mientras la Agrupación Musical San Lorenzo Mártir interpretaba 'Anima Christi'. Poco a poco entró en la calle y se paró casi en La embocadura. Iba a salir a Carretería y, como no podía ser de otra forma, con la marcha 'Señor de Carretería', que San Lorenzo Mártir enlazó con 'Yo, pecador'.

La sección de la Virgen del Traspaso y Soledad se desplegó con diligencia. La elegancia de las túnicas, la sobriedad del cortejo y unas dalmáticas muy llamativas prepararon el terreno para la llegada de la Virgen del Traspaso y la Soledad. Sin aspavientos, el trono salió de la casa hermandad mientras que la Banda de Música de Santa Cecilia de Sorbas interpretaba 'Ione'. Marcha clásica entre las clásicas, su rotundidad y melodía marcaron el ritmo de un trono que parecía que más que andar, se deslizaba. Poco a poco entró en la calle Biedmas. El sol brillaba en Carretería. La duda estaba presente, pero Viñeros ya estaba en la calle.