Sagrada Cena: convertir lo imposible en una rutina

No es fácil doblegar a la Sagrada Cena de Málaga en entusiasmo, trabajo e ilusión. Es muy dificil que, durante tanto tiempo, tantas personas hayan permanecido enganchadas al mismo objetivo de superar cualquier dificultad y hacer frente a cualquier reto, por quimérico que pudiera antojarse al principio. En la Cena, vencer a la utopía es una filosofía de vida, una rutina. Ahí se ha puesto mucho cerebro y mucho corazón por parte de un cofrade de cuna, Rafael López Taza, que sentía que podía aportar, y de qué manera, al engradecimiento de su hermandad, de la que ha sido hermano mayor los últimos 16 años. En ella ha puesto media vida y este Jueves Santo, tocado de capirote de terciopelo azul, afrontaba su última estación de penitencia en el cargo como mayordomo de trono de la Virgen de la Paz. 

En la Cena nunca se han dado por vencidos y, no cabe duda, que su hermano mayor ha sido el motor para derrotar a la oscuridad, cuando ésta osaba impregnar cualquier proyecto. Mirando siempre al amplio horizonte y siendo consciente, desde el principio, de que otro futuro era posible para la corporación. Alternativas ha habido siempre. El anhelo no se ha acabado nunca. La Cena sabía lo que era y a dónde quería llegar, conservando sus ideales, avanzando a pasos agigantados, renovando su patrimonio de cofradía "hecha" desde hace décadas, incorporando nuevas piezas, purificando las formas, conservando su carácter. Sin caer en la frustración o sobreponiéndose a ella para alcanzar elevadísimas metas en el corto plazo.

Imágenes de la salida de la Sagrada Cena este Jueves Santo de 2025

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Una cofradía comprometida que ahora tiene que asumir un reto muy importante. Aunque escuela tiene para que la utopía siga siendo propulsora de esperanza para los cofrades de Santo Domingo, capaces de acariciar con la yema de los dedos lo que para cualquier otro pudiera ser una meta inalcanzable. 

La evolución ha sido tanta y en tan poco tiempo, que este año hasta Judas ha salido con bordados. Y San Bartolomé. 

Como es habitual, la sede de Turismo Andaluz, en la antigua Posada de San Rafael volvió a convertirse en el punto de encuentro donde se dieron cita todos los nazarenos, lo que permite una salida pulcra y ordenada de la cofradía con los hábitos más jerezanos de Málaga. También en los niños paveros, que se encargan de la siempre difícil tarea de mantener los cirios encendidos. 

Salida del trono del Cristo

De pronto, la calle era roja. Los tronos aguardaban aún en el inmenso salón. Las distintas autoridades estaban ante el portón. Llegaba el alcalde, Francico de la Torre, y era recibido por el hermano mayor, perfectamente revestido. Como debe ser. A los sones un año más de la agrupación musical de la Redención de Córdoba, que unía varias marchas seguidas, como 'Estrella, Reina del Cielo', 'Nazareno de la Trinidad', 'Perdona a tu pueblo' y 'Nuestro Padre Jesús de la Victoria', salía el trono del Señor de la Sagrada Cena de su casa hermandad y del tirón, tras completar una doble curva, se plantaba en la calle Fajardo. 

Flores variadas en tonos rojos componían esta vez el adorno que también incluía elementos sacramentales. Todo para enaltecer un momento sublime, el de la institución de la Eucaristía, por el cual el Señor se queda con todos para siempre. Una imagen que este año volvía a lucir su túnica burdeos, rematada por un mantolín gris, tambiérn bordado, que le daba mayor realce y volumen. Casi parecía levitar la imagen, que parte el pan de vida y da al mundo la paz, que es su Madre, ante un colegio apostólico que parece que respira. 

Tras el Señor de la Cena, la calle Compañía se teñía del azul. Sus nazarenos antecedían al trono de la Virgen, que estaba a punto de salir. Un año más, le acompañaba la banda con la que comparte nombre: la de la Paz del colegio Rosario Moreno. Ella es la autora de los milagros más bellos, los que hacen que la vida tenga sentido, volvía por eso a ganar la partida a la emoción. Estaba a punto de ponerse en la calle con toda su majestad. Su trono aparecía decorado con flores variadas en tonos blanco y rosa, con profusión en las esquinas. Cera rizada remataba la candelería. Sus portadores estaban ansiosos por meter el hombro.

Tras ganar el centro del salón, la madre del hermano mayor, Mercedes Taza, fue la encargada de dar los toques de campana en reconocimiento a la larga y frutífera labor de su hijo. Sonó ‘Pax Malacitana’, como siempre. Como nunca. Con cuántos matices en una plaza a robosar de público que aún sabe de curvas. La Paz conquistaba Puerta Nueva y también, con maestría, a hombros de unos portadores que se saben atlantes, más rectos que la propia candelería que iluminaba su rostro, ingresaron en Fajardo a los sones de 'La Madre del Salvador'. "Con alegría, que ya está la Paz en la calle", animaba el capataz. Para salir a Cisneros, a los sones de 'La Paz de María', el trono hizo una 'levantá aliviá', valga la terminología. O lenta. Sin campana. Con los primeros acordes de la marcha. Lo que en cualquier otro punto de la geografía cofrade andaluza se llama 'levantá a pulso'. Pero claro, para pulsos, pulsos, de Málaga, los que se iban a producir en el encierro al final de la noche.