Miles de personas se han congregado esta tarde en la Plaza del Obispo para ver el tradicional acto que realiza Estudiantes, pero el gentío también se ha agolpado a lo largo de Molina Lario, la Plaza del Carbón y la Plaza del Siglo para ver el avance de la hermandad hasta Carretería pasando por Uncibay. Eso sí, las terrazas hosteleras no se han recogido en Molina Lario, dificultando en algunas partes que la gente se pudiera colocar a los laterales de la vía, incluso con protestas de quienes consumían en las mesas. Un fallo de seguridad clamoroso, pese a que la Policía Local ha advertido de ello a los asistentes. De cualquier forma, la cofradía ha rubricado una magnífica estación de penitencia: Estudiantes es de Málaga.

En lo meramente procesional, la impronta de Estudiantes en la calle sigue siendo sencillamente espectacular: el colorido de las túnicas rojas y verdes y las 1.500 personas que forman parte del cortejo dan idea de la potencia devocional del Coronado de Espinas y de la Virgen de Gracia y Esperanza.

La Banda de Cornetas y Tambores Santa María de la Victoria ha interpretado Cristo del Amor ya para salir el frente de procesión de la calle Molina Lario y ganar las plazas del Carbón y del Siglo, y con fluidez y organización la hermandad ha podido salvar las dificultades de la acumulación de personas y del hecho de que las terrazas continuaran puestas. A las siete de la tarde en punto, la sección de nazarenos del Cristo avanzaba ordenada y diligente. Antes, en un emotivo acto de la Plaza del Obispo, como siempre los dos tronos han sido mecidos con los sones del Gaudeamus Igitur, arrancando muchos aplausos.

La Banda de Música Nuestra Señora de la Soledad de Mena acompaña al Coronado de Espinas; la impronta del Cristo procesionando con la Catedral a sus espaldas es impresionante, la cadenciosa inmensidad de su mecida y la dulzura de los movimientos que son a la vez eternos pero medidos. Para avanzar por Molina Lario, se ha interpretado, cómo no, el Gaudeamus Igitur, ese himno a la juventud que tan bien refleja el espíritu de la hermandad de la calle Alcazabilla, repletas sus filas nazarenas de niños y jóvenes. Para llegar el Señor de Alcazabilla a la plaza del Siglo, la marcha La quinta angustia.

Tras el Señor, los nazarenos verdes de la Virgen de Gracia y Esperanza tomaban posiciones en Molina Lario, en perfecto orden y concierto, mientras el Coronado de Espinas seguía ganando metros en su largo itinerario, que incluye, por cierto, Carretería y la Tribuna de los Pobres, toda una declaración de intenciones.

Este año, se estrenan los ciriales de la Virgen, obra del taller de Emilio Méndez, que cada vez trabaja más en Málaga rubricando su buen hacer.

La Banda de Música Virgen de la Soledad de Cantillana (Sevilla) ha acompañado a la Virgen de Gracia y Esperanza a lo largo de toda su procesión. La dolorosa ha lucido imponente en su trono. La majestuosidad del trono en Molina Lario ha levantado aplausos y alguna oración. Los niños han pedido a los nazarenos continuamente que les estrecharan la mano, a lo que muchos penitentes, de edad similar a la de los peticionarios, han accedido gustosos. Ya para culminar esta estética calle, la banda ha interpretado Reina de San Román con el trono siendo mecido con gusto y deleite por sus portadores, parando cuando la situación lo requería y avanzando con lentitud. Otra vez, Estudiantes ha demostrado su señorío en las calles de una ciudad entregada.

Ya en Cisneros, la dolorosa recibió un homenaje en forma de saeta, algo que también ocurrió en Calderería.