Lunes Santo

Málaga abre paso a la Virgen de los Dolores, la del puente

La cofradía del Perchel realizaba su estación de penitencia en el Lunes Santo, dando testimonio de su sentir procesionista

Dolores del Puente, a su paso por el interior de la Catedral

Jorge Gallardo

Javier Gallardo

Javier Gallardo

 En la calle, el bullicio y el ruido. En el interior de la Catedral, el recogimiento y la pausa de quienes acuden para ver y, lo que es más importante, vivir algo verdaderamente único. Lejos, resuenan los tambores y las cornetas. Aquí, el silencio. Y un público respetuosos que se daba cita para ver a la Cofradía de Dolores del Puente.

Sentido de la penitencia

Diez minutos más tarde de los previsto en los horarios modificados de la jornada, hacía su entrada en la Catedral la cruz guía de la corporación. Presente en la venia estaba el obispo de la diócesis, Jesús Catalá. Tras la cruz guía, con el corazón atravesado por un puñal en referencia a la advocación de la dolorosa, un cuerpo de nazarenos nutrido, compacto y cuidado que poco a poco se iba haciendo dueño del interior del templo. Nazarenos negros que hacen gala de la seriedad y el estilo tan marcado de esta cofradía. Un estilo donde el sentido de la penitencia es intrínseco.

En el presbiterio, un coro que acompañaba al rezo de la estación de penitencia, tres nazarenos de la corporación, el director espiritual y el imponente crucificado de la Victoria de Alonso de Mena, que parecía mirar fijamente al del Perdón. Como si de una conversación se tratase entre el Cristo agonizante y el que dialoga con el buen ladrón. A sus pies, en el trono, la Virgen de la Encarnación, una dolorosa exquisita que en su momento vino a culminar el grupo escultórico de Suso de Marcos. Sonaba, por parte de la banda de música de Santa Cecilia, en la subida de la rampa el ofertorio de la misa que compuso Antonio Rozas para el crucifijo de Santo Domingo.

Brazos abiertos

Tras el misterio de la conversión del buen ladrón, los tramos de nazarenos de la Virgen de los Dolores. Mucho más nutrido que los de la sección del Señor. Y no es un dato este que deba sorprender ni que deba tomarse como peyorativo —ni mucho menos—, puesto que la devoción a esta dolorosa, cuyo rostro parece del color de la azucena, es inabarcable y difícil de encerrar en unos renglones.

Es un sentimiento hondo que se pierde a lo largo del tiempo y que permanece inalterable tras la reja de su capilla. La Virgen tiene las manos entrelazadas, pero sus brazos permanecen abiertos día y noche en ese rincón del Perchel. A su capilla acuden cientos de personas durante el año para rezar, pedir o dar gracias a la Virgen. Visitas del día a día que hoy la Virgen devuelve durante su procesión. Solo sus manos orantes saben lo que tras cada persona que la ve en la noche del Lunes Santo se esconde.

Con la mecida justa pasaban las andas procesionales de la Virgen por la puerta del Postigo de los Abades. La banda de música Maestro Eloy García de la Archicofradía de la Expiración interpretaba la marcha “Llanto y Dolor”, del maestro Perfecto Artola. Una marcha que, sin duda, debería sonar más en la ciudad. Un trono este ideado por Jesús Castellanos, alma mater de la hermandad, y que sigue la línea del modelo de andas que desde Antequera había llegado a la ciudad en tiempos pretéritos.

Dolores del Puente | Lunes Santo

Trono del Santísimo Cristo del Perdón de Dolores del Puente este Lunes Santo / GREGORIO MARRERO

Realizado el rezo de la estación de penitencia, la dolorosa del puente emprendía el camino de vuelta a su templo. Tras la Virgen, y dentro de las promesas que la seguían, varios penitentes de cruz que dejaban una estampa poco usual, ya que estos suelen acompañar a los tronos de Cristo, y que responde a la devoción ya mencionada que posee esta imagen.

Viejo Perchel

Antes, por la tarde, la cofradía recorría parte del antiguo Perchel. Un barrio y su feligresía por el que se pedía durante el rezo de la estación de penitencia. Esos momentos del Lunes Santo menos conocidos, donde se suelen dar cita los cofrades incondicionales de la corporación de Santo Domingo. Martinete, Zurradores, la plaza Imagen… enclaves que transportan a otra Málaga ya —casi— desaparecida. Lugares que también la cofradía aprovecha en el ámbito musical. Por estas calles sonaban, en este caso detrás del palio, marchas como “Nuestra Señora de la Palma” de Farfán o “Soleá, dame la mano” de Font de Anta. Una hermandad que no deja nada al azar.

Tracking Pixel Contents