El Martes Santo ha dejado de ser exclusividad del barrio de la Victoria. Y también ha abandonado esa etiqueta de sutil y vacuo que le perseguía sin razón de ser. La jornada se ha consolidado como referencia en la celebración, como síntesis de los estilos que componen la Semana Santa malagueña y que la hacen rica y llena de matices y contrastes. Pero el Martes Santo de hace 15 años, en realidad, no resiste comparaciones con el actual. Se trata de un día para tomar el pulso a la celebración y para hacer asomar las sensaciones durante una jornada que de todo tiene y que ha sabido renovarse para no quedar estancada en horarios nocturnos y hasta indecorosos.

Y durante estos últimos tres lustros lo ha hecho con total y absoluta naturalidad, pese a que la única alternativa posible, aquí también, es pasar a inaugurar la jornada. El Rocío asumió el reto. Apostó y ganó. La tarde y los rayos de sol se alían en deliciosa armonía con la exultante penitencia que ofrece el Rocío por la Cruz Verde. Baja la cofradía tiñendo de morado y blanco las calles con la inconfundible presencia de la Señora bajo palio de malla cuya coronación se celebrará el 12 de septiembre del 2015.

Las Penas y Nueva Esperanza intercambiaron sus posiciones para que la primera, al final, siguiera siendo la segunda en pasar por Tribuna. Ya no es de San Julián. Ahora, el público se arremolina en torno a una pequeña plaza en Pozos Dulces que no sería plaza ni sería nada más que escombros si no fuera porque en su entorno la hermandad construyó su oratorio dedicado a Santa María Reina y Madre.

La hermandad de Nueva Málaga también ha avanzado a la hora de proponer su salida procesional, madurando en sus formas y aprendiendo a andar con los tronos durante tantas horas, aunque más bien sigue pareciendo peregrinación. Se trata de adaptarse a las circunstancias, alargar el paso y recrearse en la mecida cuando es oportuno. Este año, por fin, volverá a su sede por el barrio de la Trinidad, algo de lo que probablemente ya se hablaba en 2000, pero no se va a hacer hasta ahora. La Estrella es una cofradía de altibajos. En estos quince años le ha pasado de todo. Cuando la gestora concluyó su trabajo, la nueva junta de gobierno elegida por los hermanos lo abatió en una extraña involución que trata de ser corregida de nuevo. Aunque nuevas piedras se ponen en su camino.

El Rescate y la Sentencia ponen el broche a la jornada. ¿Quién lo iba a decir entonces? Las dos victorianas comparten gran parte del itinerario, esforzándose por ajustarse al buen gusto y a los cánones y teniendo mucho que decir en el concierto nazareno.