Ha sido una Cuaresma convulsa en Santo Domingo para los hermanos de la Estrella, que ayer se ponían en la calle renovando su compromiso con el Martes Santo. Desde que las puertas del templo se abren, todo queda en segundo plano. Es la hora de la verdad. Dentro, la hermandad adquiere una dimensión desconocida e irrenunciable. Salir de dentro lo es todo, incluso para la Humillación. Es el sentido pleno. Desde donde la cofradía echa a andar de forma organizada y pausada, tras rezar y meditar sobre el sentido de la estación de penitencia.

Los cofrades hicieron profesión de fe rezando el Credo y dedicaron su salida a la paz, como valor necesario en la sociedad. La paz que también es imprescindible en las cofradías, para que crezcan y se desarrollen con salud. Ayer la Estrella se contuvo y silenció la polémica que la ha traído por la calle de la amargura cuando lo que representa es el interrogatorio de Herodes. Humillada y victoriosa, también la corporación. Los hermanos se ponen el capirote y son nazarenos del Cristo de Palma Burgos. Antonio de Canillas reza una saeta y en un contraluz prodigioso, el Señor de túnica blanca ya navega por El Perchel sobre profuso monte de claveles rojos.

La banda de la Esperanza volvía a la Estrella para salir, esta vez, detrás del Cristo, que cambiaba su acompañamiento de cornetas y tambores de los últimos años.

Y todo dentro, aún. Quietud y calma. Fuera, sin embargo, expectación y jaleo. La Virgen se prepara. Los cofrades quieren compartir su espejo, su guía, con todos los malagueños que la esperan. Las filas siguen saliendo. Entre los capirotes nerviosos aún puede divisarse la figura del Cristo. Representaciones militares forman parte de la presidencia. Otra saeta de Antonio de Canillas y toques de campana que son un impulso para llevar el trono al hombro, saliendo con Estrella del Perchel a cargo de la Eloy García.