Mientras la plazuela se iba llenando y Pozos Dulces era el de las grandes citas nazarenas, en el interior del oratorio de Santa María Reina el calor de la candelería encendida solo era comparable con el de la emoción en el recibimiento de quienes, solo unos minutos después, y tocados de antifaz burdeos con la cruz de la Santa Caridad, iban a formar parte de la comitiva. La cofradía se reivindica. Las Penas pone en la calle lo que, sin lugar a dudas, es las Penas y nunca dejó de serlo.

Cuatro años de intervención episcopal. De desgaste. De tratar de cerrar heridas. De tender puentes. De ofrecer la mano... terminaron en un proceso electoral en el que concurrieron tres candidaturas pero que eligió de manera incontestable a Ángela Guerrero, que ayer se estrenaba como hermana mayor en Semana Santa.

Y las Penas fue, ni más ni menos, que las Penas. Lo que significa respeto a los cánones, gusto por la simetría, por la verticalidad, por la flor bien pinchada, por las nubes de incienso... Pasión por lo bien hecho, meticulosamente perfectos.

"Que la cruz de Cristo lleve la salvación a toda la humanidad". Tras rezar un Padrenuestro y un Ave María, se abrieron las puertas y comenzaron a salir los tramos que ya venían preparados desde el patio de la casa hermandad. Sonaba "Cristo de la Agonía" de Abel Moreno, a cargo de la Banda de Música Utrerana. Los cirios tiniebla al cuadril configuraban una escolta de honor a quien clavado en el Gólgota a punto esta de entregar su alma. Y dentro los hombres de trono hacían lo posible por guardar silencio antes de meterse bajo el varal, lo que ocurrió cuando salió la cuadrilla de ceroferarios y turiferarios.

El Cristo de Buiza, sobre monte de claveles sangre de toro que le cubría hasta las rodillas para sortear el dintel se puso en marcha. En el justo momento, la banda de cornetas de la Esperanza comenzó a interpretar la Marcha Real y, a continuación, Cristo del Amor, de Escámez. Sones más clásicos imposibles.

Completada la maniobra, encendidas las velas de los arbotantes apagadas por la ligera brisa, tras el trono del Cristo un tramo de cruces y los primeros Nazarenos de la Virgen, que ya ocupaba el centro del oratorio, bajo el imponente techo de Raúl Berzosa.

Su manto de flores este año, diseñado por su vestidor, Javier Nieto, está inspirado en el primer manto de flores que sacó hace 75 años. Margaritas spider de color blanco y ciprés. En las ánforas, claveles impolutos. Y rosas en la jarras delanteras.

La operación de desplegar los varales y colocar el quitacimbra se hizo de manera cuasi automática. El alcalde, Francisco de l Torre, se acercó para felicitar. Pero los primeros toques los dio la hermana mayor. Cuando se hacía a la calle, la Utrerana puso las partichuelas de Pantión en sus atriles. Y con esa melodía inconfundible, la Virgen de las Penas deba sus primeras mecidas el Martes Santo.

Estación de penitencia en la Catedral

La hermandad de las Penas ha hecho esta noche, a las 21.43 horas en punto, estación de penitencia en la Catedral, coronando una atmósfera de recogimiento y silencio en la que sólo se escuchaba la palabra mientras las filas de nazarenos de Jesús de la Agonía han avanzado por el exiguo espacio que separa la Puerta del Sol del templo de la de Las Cadenas. El incienso envolvía a algunos de los penitentes y, ante 300 personas (número que el Cabildo Catedralicio permite entrar con cada llegada de una cofradía y que propicia largas colas) sólo se escuchaba el roce de los pies de los presentes sobre el mármol de la Catedral. Las puertas sólo se abren cuando la cruz guía está junto a ellas. Han pedido la venia al obispo, Jesús Catalá, que los ha recibido. La coral Scala Coeli, de Alfarnate, ha interpretado varias piezas sacras, al tiempo que también se ha celebrado la palabra.

El Señor de la Agonía, imponente sobre el trono, ha efectuado sin problemas la maniobra de entrada por la Puerta del Sol y sobre la rampa puesta ex profeso para este año, una de las grandes novedades del nuevo recorrido. Eso sí, la curva es compleja y las dimensiones de la puerta tampoco facilitan la tarea: los varales exteriores lamían la madera. La Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza ha interpretado Requiem para subir la rampa y la posterior curva de entrada. Luego, el crucificado ha completado las naves catedralicias en medio de un silencio abismal, sólo roto por el sonido de los pasos de los penitentes y portadores y las piezas sacras.

Tras él, la Virgen de las Penas, con su magnífico manto de flores, ha descrito muy bien la curva de entrada y su tránsito por el camino marcado hasta Las Cadenas también ha estado presidido por el fervor y la contención, sellos de la hermandad. Sólo había oración. Ha entrado en la Catedral a palillería de la Banda de Música Utrerana.

Si hay algo que no cambia pese al nuevo recorrido, es la salida de los cortejos por el Patio de los Naranjos, un punto álgido para esta hermandad y para las crucetas musicales. La salida del Señor, con su sombra recortándose sobre el edificio catedralicio, ha sido efectuada con la marcha Stabat Mater Lacrimosa, coronada con una mecida muy dulce y cadenciosa, aunque más recortada y medida que las de otros tronos. El público ha aplaudido mucho esta salida.

La Virgen de las Penas, por su parte, ha salido de la Catedral con una marcha muy apropiada, Tus dolores son mis penas. Ha sido otro momento cumbre de la estética cofrade malagueña.