Semana Santa Málaga

La salida de la Sangre, todo un reto

Los titulares de la calle Dos Aceras salen a la calzada en una complicada maniobra de los portadores que despierta el aplauso de cientos de feligreses

Ana Barranco

-La mayoría de los de mi varal son de mi quinta. Uno policía, otro vende bombonas, otro albañil, pero aquí todos vamos a una. 

A las puertas de la casa hermandad de la Sangre, en la calle Dos Aceras, los hermanos y hermanas de la cofradía se preparan para su salida procesional. En el caso de Juan Carlos son ya 36 años llevando la Virgen, sirviendo a María Santísima de Consolación y Lágrimas

Para él es un trabajo pero como expresa un dicho popular "sana con gusto no pica". Él mismo anuncia: "Dicen que a los 55 nos jubilan (...). Yo no quiero irme vaya". 

Él es de los cofrades de corazón, ya el domingo sacó el Prendimiento, acompañado por su hija Claudia, de 18 años, que iba de mantilla. Ella también sale, ahora de nazareno. "Teníamos que estar aquí a las siete y media y ella quería estar a las seis". Su madre bromea con que en esta especie de juego de rol ella es "la de los bocadillos". 

Queda todavía casi una hora y media para que los titulares salgan a las calles del centro y se adentren en Carretería y las filas de espectadores no paran de crecer, ya incluso muchos salen de las aceras y pisan el asfalto. 

Sin embargo, la mayoría de los balcones, con vistas privilegiadas de las puertas, que permanecen abiertas por la falta de espacio para los varales del trono del Cristo, aún están casi vacíos. Esa sensación de hueco y privilegio despierta la motivación de más de uno a querer encaramarse a una tubería y subir a alguno de ellos para descansar las lumbares durante la espera.

Es entonces cuando, sobre las cabezas de los asistentes, porque no cabe en otro sitio, empieza a volar una duda existencial: ¿Cómo van a salir los tronos de ahí, si la calle más estrecha no puede ser?

Sangre | Miércoles Santo 2022

Ana Barranco

Son un total de 250 portadores por cada imagen, que avanzarán en breve los tronos hacia la calle frente a la cofradía. De ahí, sin parar y al son de los tambores darán la vuelta para situarlos cuesta abajo en dirección a Carretería.

Son unos momentos de tensión contenida. Es más, con total seguridad el ejemplo de la palabra 'dificultad' en el diccionario sea esta salida. Pero los hombres de trono lo resuelven con maestría, la misma que sale a la luz en cuanto los portadores de la Virgen ponen un pie en la calzada. 

La imagen de la Madre de Dios irradia inocencia, una imagen tan pequeña y a la vez que representa todo ese poderío en forma de decoraciones y enseres de un vivo oro. Un brillo deslumbrante que, sin embargo, no es capaz de ensombrecer la calidez de la dolorosa.

Es entonces cuando algunas gotas de lluvia insistentes empiezan a colorear de un tono más oscuro los chaquetones y las americanas. No se esperaba lluvia pero la nueva situación meteorológica no es capaz de achantar a su hermana mayor, Laura Berrocal. De hecho se queda en eso, en algo anecdótico, que obliga durante un par de calles a cubrir el manto malva de la Virgen con unos plásticos, que finalmente se retiran.