Miércoles Santo

Fusionadas, un crisol de colores y estilos en el Miércoles Santo

La cofradía de la iglesia de San Juan realizaba su estación de penitencia a la Catedral durante la jornada

Ánimas de Ciegos (Fusionadas) sale de su casa hermandad

Javier Gallardo

Javier Gallardo

Javier Gallardo

Málaga

El viento marcaba las primeras horas de la tarde a la vera del río Guadalmedina, donde poco a poco se iban agolpando cada vez más personas. Tras las vallas que abrían camino hacia el pasillo de Santa Isabel, un ir y venir de portadores y músicos afinando en la plaza Enrique García-Herrera. La estrecha calle que une la plaza con el pasillo de Santa Isabel conserva aún parte de lo que fue en otro tiempo. A un lado, el museo de artes y costumbres populares. Al otro, la casa hermandad de las Reales Cofradías Fusionadas, que realizaban estación de penitencia en este Miércoles Santo.

Desde el templo

Por esta calle, a la hora que marcaba el horario de la jornada, avanzaba la cruz guía de la corporación, que venía desde la iglesia de San Juan, la sede canónica de la hermandad. Y delante, abriendo camino a todo el cortejo, ese crisol de colores que son los nazarenos de Fusionadas. Cuatro secciones y cinco colores en las túnicas —morado, blanco, rojo, negro y azul— comenzaban a bañar las calles por donde transitaba la cofradía. 

Mientras iban pasando los primeros tramos de la sección de Azotes y Columna, el cronista observaba el edificio desde donde parten los tronos de la cofradía y el lugar que le rodea. Y surgían las preguntas que se repiten cada Miércoles Santo. ¿Verdaderamente dejar atrás la salida desde San Juan vino a aportar algo? ¿No merece la pena realizar un esfuerzo para volver a salir desde el interior del templo? ¿Por qué unas secciones sí y otras no? La respuesta y justificación a estas preguntas por parte de la cofradía también se repiten cada Miércoles Santo, pero insisto. Porque esto no va solo de recuperar una estampa, sino de dotar a la salida de un sentido completo. Saliendo y volviendo hasta el viejo templo de la calle San Juan.

Unas cosas que se pierden y otras que se ganan. Porque si bien Fusionadas perdía la salida en San Juan, ganaba con el nuevo recorrido el poder volver a entrar en la Catedral para así realizar estación de penitencia. Momento que dejaba estampas bellísimas de los cuatro tronos bajo las bóvedas catedralicias. La suma de estas dos cuestiones —recuperar el templo para el Miércoles Santo y mantener la Catedral— completarían un todo para la salida de las secciones de esta jornada. Ojalá algún día la cofradía cambie de criterio.

Cuatro secciones, dos estilos

No solo es un crisol de colores esta cofradía. También lo es de estilos. Dos en concreto —con sus matices—, que se captan a la perfección cuando se visiona el discurrir del cortejo. Una diferencia que se marca justo en el ecuador de la cofradía, entre las secciones de Exaltación y Ánimas de Ciegos. Pero antes de llegar aquí, hacía su salida el Señor de Azotes y Columna. Tras los nazarenos de túnica morada y capirote blanco, el grupo escultórico que tallase Juan Vega para acompañar al Cristo, centro de la escena que se representa. El movimiento de las figuras, la expresividad del misterio y la conjunción de trono y banda con la Agrupación Musical del Cautivo de Estepona, unidas a la calidad de la talla del Señor de Azotes, hacen de este trono un atractivo para muchos que se acercan a ver la procesión. Unos metros más adelante de la salida, en la curva hacia calle Cisneros, se desprendía el casco de uno de los romanos del grupo escultórico sin mayores consecuencias.

Fusionadas | Miércoles Santo 2025

El Cristo de la Exaltación es una ventana abierta a la memoria / Gregorio Marrero

El Cristo de la Exaltación es una ventana abierta a la memoria. Quizá no sea la mejor talla de Buiza ni procesione sobre el mejor trono —que a simple vista se observa algo deteriorado ya por el paso de los años—, pero supone una estampa cofradiera que se mantiene inalterable en el tiempo y que llama la atención a niños y mayores. Precedido de sus nazarenos de capirote rojo, comenzaba a girar el Señor hacia el pasillo de Santa Isabel a los sones de su marcha, un clásico de las composiciones de cornetas de Málaga. El sol de pleno sobre el cajillo y los arbotantes, y el Cristo exaltado hacia un cielo inmaculado. E, irremediablemente, otra vez el recuerdo y la nostalgia. Esta vez por unos plumeros rojos que tanto dieron a la Semana Santa de Málaga. Portaba al Cristo el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, bajo la mirada atenta de otro cofrade popular de Fusionadas, Antonio Banderas, quien veía la salida desde el interior de la casa hermandad.

Y tras estas dos primeras secciones, el Cristo de Ánimas de Ciegos. Un contrapunto a la cofradía. La sobriedad de los nazarenos de negros, de las andas procesionales y la imagen —uno de los grandes crucificados de la ciudad— pendiendo del madero sobre un monte de claveles rojos sangre de toro, aportaban un ambiente distinto a la salida. Un ambiente solo roto por la Brigada Paracaidista que acompaña cada año al Cristo de Pedro de Zayas, y que interpretaba el bolero militar tras la imagen cuando ya se adentraba en el pasillo de Santa Isabel. Un acompañamiento musical de mayor calidad, con un repertorio elaborado para la imagen, y que remarque el estilo acuñado por la sección, sería un acierto. Otra utopía cofradiera que surge al ver el procesionar de Fusionadas.

Fusionadas | Miércoles Santo 2025

Nazarenos de Fusionadas: cuatro secciones y cinco colores en las túnicas / Gregorio Marrero

Una revisión del repertorio que sí parece comenzar a calar en el trono de Mayor Dolor. Más de una hora después de la llegada de la cruz guía al lugar, y previa oración dirigida por el director espiritual de la hermandad, se levantaba en el interior del salón de tronos el palio azul de crestería y corbatas, tan clásico, que cobija a la Virgen del Mayor Dolor y a San Juan, mientras los músicos de la Banda de Música de la Esperanza —que formaban en el interior de la casa hermandad— hacían sonar la marcha “Nazareno del Paso” de Benjamín Esparza. Con ella llegaría hasta el dintel de la puerta. A la salida interpretaban, con mucho acierto, la marcha que el maestro Perfecto Artola le compuso, dejando atrás la casa hermandad mientras el manto se fundía con el cielo.

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