­Todo está dispuesto para el Domingo de Ramos. Hasta el tiempo parece que se ha aliado, por segundo año consecutivo, para que la Semana Santa no tenga mácula de lluvia. La mayoría de los traslados se ha realizado ya, con seis más que se sumaron ayer Sábado de Pasión y llenaron las calles de malagueños deseosos de ver a sus sagrados titulares más cerca de lo que permite la procesión. Dulce Nombre por la mañana; Sentencia, la Virgen de la Caridad de la cofradía del Amor, Zamarrilla, Misericordia y la Virgen de la Soledad, de la Congregación de Mena, componían el programa de ayer.

Dulce Nombre

Sencillez y sabor capuchinero

Los titulares del Dulce Nombre completaron un sencillo traslado a sus tronos procesionales desde la iglesia del Divino Pastor. Un recorrido corto, pero significativo en tanto que recorrieron el jardín de la plaza de Capuchinos visitando las esculturas de Fray Leopoldo de Alpandeire y la Virgen Inmaculada. Sin música, con un cortejo de hermanos con velas y mucho público bajo un sol de justicia, Jesús de la Soledad y la Virgen del Dulce Nombre protagonizaron este recorrido, un momento de cercanía e intimidad antes de su entronización en el tinglao situado junto a la parroquia. Por la tarde, se completó la colocación de las flores en los tronos.

AmorMúsica de capilla y recogimiento

La cofradía del Amor completó ayer el traslado de la Virgen de la Caridad desde la Basílica de la Victoria hasta su trono en la casa hermandad. Tras la misa, las puertas de la basílica se abrieron para dejar paso a un sencillo cortejo, ordenado y de negro riguroso, que avanzó por la plaza del Santuario buscando la calle Fernando El Católico. La música de capilla, del grupo de la propia cofradía, acompañaba las andas de la Virgen de la Caridad, vestida con una saya malva. Los primeros compases lo hizo en el interior de la basílica, con sólo el retablo iluminado y avanzando con sobriedad. El guión de la cofradía de la Humildad saludó al paso de la imagen, que se sumergió en la calurosa tarde con la compañía de vecinos del barrio de la Victoria.

ZamarrillaCurva eterna de devoción

La calle Martínez Maldonado estaba repleta de hermanos de Zamarrilla y devotos de la cofradía trinitaria para asistir, en primera fila, al traslado del Cristo de los Milagros y la Virgen de la Amargura desde la ermita a sus tronos de procesión. No cabía ni un alfiler a una hora en la que el sol ya había empezado a ponerse y un agradable viento dificultaba el encendido de velas. A la hora convenida, una cruz guía precedía a dos concurridas filas de hermanos portando velas, vestidos de riguroso negro. El Señor de los Milagros salió de la pequeña ermita apenas unos minutos después, portado por hermanos. La Banda de Música de Zamarrilla, que gana cuerpo con los años, interpretó el Himno Nacional y la comitiva se fue perdiendo entre el gentío mientras del pequeño templo volvían a salir nuevos hermanos con velas para acompañar a la Señora de Zamarrilla. Para dar la curva, Coronación de la Amargura. Más adelante, después de embocar Martínez Maldonado, a Estrella Sublime y Amargura, leyenda coronada. Una devota fiel de la cofradía cantó una bellísima saeta con mucho sentimiento: «Que no se mueva una flor, mayordomo, porque es la madre de Dios la que luce en ese trono».

SentenciaLa pica en el Centro

El público llenaba la calle Granada. Y no es porque estuviera allí de casualidad o de paso. Estaban porque querían ver la Sentencia, el único traslado que el Sábado de Pasión mantiene en el Centro de la ciudad. Se imponían las últimas medallas a los nuevos hermanos en el altar mayor de Santiago, después de la misa, y el ir y venir era constante en el interior del templo. Se preparaba la procesión. Casi un centenar de hermanos portando cirios para iluminar el camino de Jesús de la Sentencia y la Virgen del Rosario, que cubría su espalda con un manto de tisú de oro verde. Un centro de flores a sus pies componía el único exorno floral del trono de traslado compartido por los dos titulares. Representaciones de los Moraos de Alhaurín de la Torre, del Ayuntamiento del Rincón de la Victoria, del colegio de Abogados y del colegio de Ingenieros Técnicos Industriales en el cortejo. Y la agrupación musical de la Resurrección de Sierra de Yeguas interpretando marchas con gran solvencia.

MisericordiaEl Perchel, un hervidero

El Perchel era un hervidero humano a la espera de que saliera el traslado de la Misericordia. La cofradía del Jueves Santo, que este año conmemora el 150 aniversario de su fundación, es clásica en esta jornada de vísperas y el Señor es un auténtico imán devocional. Inconfundible su caída y la forma de sostener el peso de la cruz. Indescriptible verlo sobre el triunfo de su peana de carrete, a hombros de soldados de Aviación y a los sones de las cornetas y tambores de los bomberos, ambos cuerpos hermanos mayores honorarios de la corporación. Maravilloso el giro hacia la calle Peregrino. Si el Cristo salió a los sones de Misericordia, Señor, la Virgen lo hizo también con su marcha de Nuestra Señora del Gran Poder, interpretada por la banda del Rincón de la Victoria. Flores blancas y lilas para adornar su trono y ella con su manto de capilla negro bordado en plata. El traslado este año fue ampliado, incorporando calles como Montalbán, Arco y Malpica.

MenaVirgen de la Soledad

Fue un acto sencillo, protagonizada por las congregantes de Mena y con la Virgen de la Soledad como objeto de todas las miradas. El traslado y entronización de la imagen se desarrolló en un ambiente recogido, saliendo desde un oscuro Santo Domingo, apenas iluminado por las velas de los integrantes del cortejo. La imagen de la Virgen fue llevada en unas sencillas andas, cruzando la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás para llegar al cercano salón de trono, donde fue entronizada a la espera de que le acompañe su Hijo el Jueves Santo.