La Semana Santa malagueña comienza y acaba en La Trinidad. La cofradía del Cautivo la inicia y la acaba con sus traslados de ida y de vuelta, pero son las cofradías de la Salud y de la Soledad de San Pablo las que completan la semana de pasión trinitaria. Aún en la recta final de la semana, la calle principal del barrio sigue siendo vía de paso para cientos de nazarenos que acompañan a sus titulares. El Domingo de Ramos penitentes morados y rojos inundaban la arteria principal del barrio, el Lunes Santo era el turno de los nazarenos blancos y cardenal y hoy, Viernes Santo, la calle Trinidad se llena de nazarenos en sandalias con capirotes burdeos y celestes.

El barrio se llena de vecinos y malagueños que quieren acompañar a Jesús en su Santo Traslado hacía el Sepulcro. Los balcones continúan engalanados con reposteros color burdeos, las calles siguen oliendo a incienso y el suelo continua marcado por la cera de las velas que ya han pasado. Familias enteras se reúnen en las aceras de las calles para ver desfilar a los titulares de la hermandad centenaria. El sol no sabía si aparecer o permanecer oculto bajo las nubes, pero a la cofradía del Santo Traslado no le hizo falta mirar al cielo para abrir las puertas de su casa de hermandad y llevar a sus titulares por los rincones de la ciudad.

La cruz dorada sobre la que colgaba el santo sudario abría el cortejo escoltada por cuatro acólitas con faroles que estrenaban túnica. Tras ella, llegaban las plumas blancas de los cascos de los músicos de la Banda de Cornetas y Tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga. Ante la inminente llegada de la procesión, los padres se apuraban en llamar a sus hijos que aún correteaban de un lado a otro de la calzada. La guardia romana avanzaba firme y orgullosa de ser la única que acompaña a una cofradía malagueña.

En torno a las 20.20 horas, el grupo escultórico del Señor llegó a paso de tambor a la puerta trasera de la Parroquia de San Pablo, sede canónica de la hermandad. Los cuatro pebeteros de las esquinas del trono del Señor perfumaban el ambiente. Sobre un monte de flores silvestres en tonalidades malvas, los santos varones sujetaban la sábana sobre la que se posaba el Señor y que lo hacía moverse como si estuviésemos viviendo la escena del traslado del Señor en primera persona. Las tallas del imaginero veleño Israel Cornejo se presentaban ataviadas con ropajes de terciopelo y damasco negro que parecía ser muestra del luto por la muerte de Cristo

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Viernes Santo | Soledad de San Pablo

Viernes Santo | Soledad de San Pablo

El Señor caminaba a paso rápido con los tambores de la banda de Cornetas y Tambores Jesús Cautivo que interpretó la marcha 'Medea' una vez pasada la parroquia, lo que sumergió al público en un profundo silencio. Tras los músicos, una representación de la cofradía del Señor de Málaga —dos nazarenos blancos y dos cardenal— abrían la sección de la Virgen para acompañar a la Señora de la Soledad durante todo el recorrido mostrando así el hermanamiento entre las dos hermandades trinitarias.

Varias filas de mantillas precedían a la Virgen que se presentaba con una iconografía diferente a la que acostumbra cada Viernes Santo. La Virgen lucía por primera vez en la Semana Santa una ráfaga plateada y dorada que ya había sido estrenada en octubre del pasado año cuando recorrió las calles del barrio en procesión extraordinaria con motivo del centenario de la fundación de la cofradía.

El exorno floral se componía de rosas y claveles rosas que a su vez se complementaban con otras flores silvestres y helechos que formaban el Monte del Calvario sobre el que se arrodillaba la Virgen de la Soledad. Tras Ella, la Banda Sinfónica de la Trinidad interpretó marchas como 'Jerusalén' que provocaron algunos aplausos entre los asistentes.