Semana Santa Málaga

Elegancia y espíritu cuando la Piedad está en la calle

La salida de la cofradía de la Piedad en este viernes santo despierta emoción entre los habitantes de la barriada del Molinillo

Ana Barranco

La fe o el amor que una persona pueda profesar hacia una imagen nunca debería ser una cuestión a debatir, del mismo modo que no lo es la completa admiración al trabajo de los imagineros o a los que poco antes de su día grande, aquellos a los que no se les pone rostro, se dedican a sacar brillo a la plata de los enseres de sus titulares. 

Llegamos prácticamente al fin de una semana de emociones, de "pellizquitos" y de ovaciones. Pero todavía queda y en el Molinillo la ilusión es la misma que el Domingo de Ramos, a pesar de que ya son algunos los labios que pronuncian: "Estoy reventá, ya no puedo más". 

Mientras las aceras de la calle Alderete se van llenando de muchos niños y jóvenes, la casa hermandad de la Piedad presenta un gran hermetismo. Como si de una contraseña se tratara, algunos hermanos vestidos de nazareno tocan a la puerta de hierro, tres golpes secos que les permiten acceder a su interior. 

Las persianas sobre el portón están levantadas, pero las cortinas están echadas, no hay manera alguna de fisgonear qué se cuece entre bambalinas.

Piedad | Viernes Santo 2022

Ana Barranco

En la calle se respira un ambiente jovial, animado. Mucha ropa de color negro, aunque priman el verde esperanza y el rojo pasión. Pero, ¿qué pasa con el morado? 

Este tono queda reservado al imponente trono de madera oscura caoba, que después de pasar la cruz guía, sencilla, solo adornada con una pequeña sábana blanca, aparece en escena. 

Los titulares salen de su cofradía en silencio, el mismo que reina ahora entre los feligreses. Una salida medida y discreta para el Señor, que reposa sobre el regazo de su madre. El suyo es un rostro que podría evocar el último aliento. Las llagas ya no duelen. El de la dolorosa, a pesar del sufrimiento padecido, inspira cierta interrogación, quizás por el lugar en el que ahora esté el espíritu de su hijo. 

Bajo sus pies, un pequeño edén de lirios morados y rosas rojas en los bordes del cajillo, que está con gusto decorado con unos medallones plateados de los momentos más importantes de La Pasión. No pueden ser más expresivos, a pesar de su tamaño reducido. 

No es de extrañar que sean están imágenes dignas del reconocimiento de una saetera que se deja el aliento en cada nota. Interpreta desde un balcón situado en la calle Bartolomé, en el cruce con Alderete, el mismo en el que momentos antes se escucharon, a través de un altavoz, unas palabras que seguro cualquiera de los habitantes de la barriada pronunciaria: 

"Qué orgulloso está el Molinillo de ubicarte, de sentirte cerca, de sentirte suya".