Semana Santa Málaga

Vellos de punta en la salida de Servitas

La plaza del Santísimo Cristo de la Sangre queda abarrotada para recibir la solemne salida de María Santísima de los Dolores. Los feligreses congregados en torno a la salida procesional de Servitas son testigos de la solemnidad de la imagen y del registro vocal de la soprano Arantxa Velasco

Ana Barranco

Qué mágico es cuando la perfección de una voz y el instrumento que la acompaña parecen sacados de una grabación. Más mágico aún conocer que es una interpretación en directo y ante el paso solemne de María Santísima de los Dolores. Era la voz de la soprano Arantxa Velasco, que por décimo año le cantaba a la dolorosa. 

La salida procesional de Servitas se ha producido exactamente a la hora a la que estaba prevista. La plaza del Santísimo Cristo de la Sangre está hasta los topes, el bullicio es evidente pero desde luego sorprendente, como poco, ha sido el silencio que se ha trasladado a todos sus rincones en cuanto los hermanos de la cofradía han puesto un pie en la calzada.

Las velas aparecen del interior oscuro de la parroquia. Entre la negrura de las túnicas destacan los escapularios. Luce un corazón de vivo rojo en llamas que está ensalzado por un puñal. La historia detrás de ese bordado responde a la profecía del anciano Simeón que cuenta el Nuevo Testamento. María le presentaba a él a su hijo Jesús en el templo, lo que despertó las palabras del anciano: "A ti misma una espada te atravesará el pecho".

De fondo suenan tambores roncos sobre los que se alza una voz más grave que aguda que recita "Los Siete Dolores de María", como su huida a Egipto del tirano Herodes. Justo detrás, son los nazarenos que le suceden los que recitan casi al unísono el "Ave María".

Servitas

Ana Barranco

Ya se ve y se huele el incienso pero aun de la iglesia no ha salido la imagen de la Virgen. Es entonces cuando un único ruido perturba la concentración de los asistentes, el brevísimo llanto de un bebé. Instantes después hace su aparición, estrena el cuchillo que atraviesa su corazón de lujosa empuñadura de plata.  La imagen da escasos pasos con la mirada puesta en el cielo o puede que hacia un balcón en el que son varias las mantillas que la observan. Una de ellas es la soprano Arantxa Velasco, que se arranca a cantarle una pieza en italiano. 

La tensión del momento no perturba a la cantante. Es una veterana en el arte de poner los vellos de punta, son ya 10 años entonando los acordes frente a la dolorosa.