Viernes Santo

Descendimiento: el duelo infinito en La Malagueta

La cofradía se pone este Viernes Santo en la calle desde la plaza de toros, perfectamente formada, y desarrolla su penitencia entre altos edificios por donde penetra el incienso, si quiera, por un día al año

Descendimiento en la curva de calle Maestranza y Cervantes

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Málaga

Media hora antes de la hora taurina por antonomasia, Cristo ya estaba siendo descendido de su cruz en La Malagueta. El sol, en todo lo alto, permitía pocos espacios de sombra ante la casa hermandad. El silencio suena a antiguo. Y lo dice todo, sin necesidad de musitar palabra alguna. Las ventanas de los altos edificios respiran incienso si quiera un día al año. Sale Cristo ya muerto, vencido… y aún así, tan vivo. El barrio asiste a un duelo infinito.

Han salido de la plaza de toros los nazarenos perfectamente formados, lo que da un respiro a la organización. Caminaba la procesión hacia donde estaban los tronos. A lo lejos ya se escuchaba el redoble. Grave. La banda de la Cruz del Humilladero completaba este Viernes Santo una Semana Santa soberbia. Sonaba ‘Stabat Mater’. Y después ‘Cristo de los Toreros’ para rematar la calle Maestranza. Y más adelante la ‘Plegaria al Cristo del Perdón’, un repertorio exigente con el que la formación cortó dos orejas.  

Mientras, ante la Málaga monumental, ante la de la antigua Coracha, a los pies de la Alcazaba, se representaba el antepenúltimo capítulo de la muerte del Señor. El cuerpo roto por la redención, como si cada herida hablara en voz de madera y la propia sangre de Ortega Bru. Es el mismo León de Judá. El Rey prometido que reina para siempre, fuerte y poderoso, que ha vencido al pecado que, en forma de serpiente, se representa a sus pies.

En un lance templado, la cofradía dio la vuelta al ruedo para hacer barrio, y se dirigió al Ayuntamiento donde iba a pedir la primera de las tres venias del día a la Corporación Municipal (quedaría después la de la Tribuna y la de la Catedral para hacer estación de penitencia). 

Sobre monte de rosas y lirios, la Virgen del Santo Sudario contempla el sacrificio acompañada de quienes estuvieron con Ella hasta el final. 

Pende el Señor del lienzo blanco por el Parque de Málaga, sostenido por José de Arimatea y Nicodemo. 

Virgen de las Angustias

Tras sus nazarenos de esparto y cola recogida al brazo venía la Virgen de las Angustias, bajo palio burdeos de crestería. Su trono de plata recrea en estilo manierista la fachada consistorial construida en su día por Antonio Baena, con atlantes rodeando perimetralmente el cajillo, al que soportan, y donde figuran también medallones de esmaltes con los Santos malagueños. Las barras de palio brillaban tras su restauración

Predominio de clavel blanco en las ánforas laterales y exuberantes esquinas para perfumar el llanto de una Virgen que enmarcaba su rostro con tablas de raso, como lo hacía en sus primeras salidas aún desde San Felipe

La banda de música del Rocío afrontaba su segunda salida con la dolorosa que llegó a Málaga del convento de Santa Isabel de Sevilla. Con la marcha propia ‘Virgen de las Angustias’ se hacía a la calle y La Malagueta contenía el aliento. Con ‘Estrella del Perchel’, con profundidad, daba la curva para entrar a la calle Cervantes. Y con ‘Jesús Cautivo’ avanzaba por el Paseo de Reding, en un cara a cara con el sol cálido, que ni siquiera la brisa marina era capaz de apaciguar.

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