Miles de fieles asistieron ayer en Madrid a la Misa de la Sagrada Familia y recibieron el mensaje que desde el Vaticano dirigió a las familias el Papa Benedicto XVI, para instar a que sean «auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión». Durante el rezo del Angelus, Benedicto XVI instó en su mensaje a las familias a ser «genuinos servidores del amor que acoge, acompaña y defiende la vida».

Para asistir a la misa al aire libre convocada bajo el lema La familia cristiana, esperanza de Europa, miles de personas se dieron cita desde las diez de la mañana tanto en la Plaza de Colón como en las calles próximas.

El Pontífice alentó a vivir con renovado entusiasmo la vocación cristina en el seno del hogar, y a celebrar el valor del matrimonio y la familia.

La misa, organizada por iniciativa del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que presidió la eucaristía, fue concelebrada por más de 50 prelados, tanto españoles como del resto de Europa.

En la homilía, Rouco Varela dijo que el aborto y la eutanasia son la manifestación de un crisis «mucho más honda» en sus causas que la económica o la política, e invitó a las familias a ser la esperanza para Europa en una de sus horas «más dramáticas».

«Siempre que se cuestiona o se niega la verdad del matrimonio y de la familia en la teoría y en la práctica, las consecuencias negativas no se hacen esperar» y, así, por ejemplo, «se ciegan las fuentes de la vida con la práctica permisiva del aborto» o «se banaliza con la eutanasia (...) la responsabilidad de vivir y de respetar la vida del prójimo», añadió el prelado.

Además, las relaciones sociales se hacen «frías y distantes», la sociedad se «envejece» y la crisis demográfica «amenaza y pone en peligro el futuro de nuestros marcos de vida y bienestar económico y social», señaló Rouco Varela.

Rouco indicó que, si se prescinde de la verdad del matrimonio y la familia y si se quiere construir una sociedad «libre, justa y solidaria» no se puede «ignorar» a la familia pues, según explicó, cuando se cuestiona o se niega la verdad de esta, «las consecuencias negativas no se hacen esperar». Entre estas, subrayó que «se ciegan las fuentes de la vida con el aborto» y se banaliza con la eutanasia, hasta extremos «hasta hace poco impensables», la responsabilidad de vivir y de respetar la vida del prójimo.

Además, lamentó que en la sociedad actual, los niños y jóvenes crecen «desconfiados y desconcertados» en un ambiente de separaciones y distancias paternas, sin conocer, según aseguró, una «limpia y auténtica» experiencia del «amor gratuito», el de ser queridos «por sí mismos» y «corresponder amando sin cálculos egoístas».

En cuanto a las causas, remarcó que tienen que ver, más allá de «la acción económica, social y política», con «la recta formación de la conciencia y el reconocimiento de la ley natural», que, en el fondo, según señaló el cardenal, tienen que ver con la familia.

Por todo ello, llamó a las familias a superar el «reto» que tienen por delante de ser los «signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa». «No hay que tener miedo a afrontar la responsabilidad histórica de vivir el matrimonio y la familia cristianamente con la fortaleza de la fe», insistió.