Deduzco que a usted lo veré en el infierno€

Si existe el infierno, cosa que yo dudo profundamente, tendremos la gran suerte de encontrarnos. Pero no: no tengo ningún miedo ni tampoco la sensación de tener que ir a algún sitio tras la muerte.

¿Qué le parecen estas historias de la Iglesia católica, que han calado en tantas generaciones?

Es una forma de dominación. El miedo es un recurso muy importante del género humano como mecanismo para dominar a la gente. Está el miedo a las cosas desconocidas, como la muerte, que es un camino sin retorno del que nadie ha vuelto. Por ello, si te ofrecen una parcela en el otro barrio a cambio de acatar muchas cosas, es fácil que piques.

Dicen que los ateos son ciudadanos de segunda categoría. ¿En qué se sienten discriminados?

Los ateos nos sentimos discriminados, fundamentalmente, en que no se considera que nuestra opción de conciencia tenga los mismos derechos que las opciones de conciencia religiosas. Un ejemplo: en el Código Penal está bien defendida la protección ante las ofensas al sentimiento religioso, pero nada protege a los ateos. Si yo me meto con las personas religiosas me puedo ver en un problema judicial por ofender el sentimiento religioso, mientras que el papa puede decir que los ateos son los culpables de que el mundo vaya mal. Eso para mí es una ofensa y ninguna ley me protege ante ella.

¿Qué trato preferencial del Estado a la Iglesia católica le molesta más?

Sin duda, el primero es el del dinero. Porque con mi dinero mantienen una opción ideológica diferente a la mía. Así como a los partidos políticos se les da una subvención en función de los votos conseguidos, más o menos, con la Iglesia no ocurre los mismo. Un 20 % de los ciudadanos españoles se declara no creyente, pero a los ateos y agnósticos no les dan ni un euro y a los católicos se lo dan todo. El segundo trato preferencial más grave y sangrante es la presencia de la religión en la escuela. Y el tercero sería el de los colegios concertados, que tienen para lo que les dé la gana. La lista es interminable. Y ante ella nos sentimos discriminados.

¿Por qué los ateos no se atreven a hablar de los musulmanes con la misma crítica y contundencia que emplean con los católicos?

Fíjate: ¿Quién hablaba de los problemas con los ciclistas en la ciudad hace veinte años? Nadie, porque el problema no existía. Con esto ocurre algo similar. ¡Claro que nos metemos con los musulmanes! Pero el 2 % del PIB estatal no se le da a los musulmanes, sino a la Iglesia católica. Los musulmanes sólo tienen una docena de profesores en Ceuta y Melilla; en cambio, hay 50.000 o 60.000 profesores de religión en los colegios de España. Dicho esto, hay cuestiones importantes como la del velo. Hoy por hoy no son temas preocupantes, aunque el Estado ha de ponerse las pilas para evitar que suceda lo mismo que en Francia, donde en los suburbios de las ciudades hay explosiones de violencia porque no han sido capaces de integrar a la gente.

¿Qué opina del uso del velo o el burka en el espacio público?

Yo no estoy nada de acuerdo con el burka, aunque eso no quiera decir que esté en contra de la señora que lo lleva, que merece todo mi respeto. Pero fíjate: no hay ningún varón que lleve burka, y eso ya chirría. Además, hay países con policía especializada en perseguir a las mujeres que no llevan burka, y eso pone los pelos de punta. Así pues, si una mujer dice que lleva el burka porque le gusta y porque es su expresión cultural, eso es muy discutible. En esta materia, hemos de poner unos límites.

Explíquese.

Mira: se prohíbe que una persona vaya en pelotas o sin camiseta por la calle y, en cambio, sí se permite que lleve burka. ¡Eso nos lo podríamos hacer mirar! Es esquizofrénico. Estamos dando a unas personas, por ser religiosas, unos derechos que no disfrutamos los demás: el derecho a vestirse como uno quiera o a no vestirse. No lo olvidemos: el burka es una discriminación sexual y eso se ha de decir en voz alta mil millones de veces. Y en las escuelas donde van las niñas con velo, se ha de decir cada día.

Hablaba antes de Francia. ¿Cree que es posible su modelo laico en la España posfranquista?

Pienso que sí. El modelo francés de laicidad tampoco es ninguna exageración. Pero nuestro problema es que retrocedemos en vez de avanzar, y cedemos cada vez más espacio y derechos a las religiones, mientras que no se camina hacia un Estado neutral, laico y aséptico frente a la religión.

Hoy empieza el cónclave para elegir nuevo papa, ¿qué le pide al Espíritu Santo que aconseje a los cardenales?

Tenemos mala relación el Espíritu Santo y yo, y en las últimas veces no me ha hecho mucho caso. Pero, de todas formas, asistimos a una batalla por el poder en el Vaticano, que es la lucha de siempre, con diversas facciones espiritualistas y materialistas, todas conservadoras, y una rama progresista casi testimonial.

Malaquías profetizó que el próximo papa será el último de la historia. ¿Le gustaría?

Su profecía dice que será el último papa, pero también que se acabará el mundo, y eso no me gustaría nada. A ver: a mí no me molesta que haya papa. Lo que me molesta es que el papa viva de mis impuestos y que, encima, intente imponerme su propia moral. Yo quiero tener mi propia moral. Pero el problema de los religiosos en general, y de la Iglesia católica en particular, es que no ven posibilidades de negociación porque entienden que lo suyo viene de Dios y es indiscutible.