El agente Mark Engravalle acudió a un supermercado de Kansas (Estados Unidos) por una llamada que alertaba de un robo en la superficie. Al llegar al lugar de los hechos se topó con una estampa conmovedora. La ladrona era Sarah Robinson, una madre de seis hijos, viuda y sin recursos, que había intentado usurpar 300 dólares en productos para sus vástagos como pañales y toallitas para bebés.

El policía retuvo a la mujer pero acabó dejándola en libertad y pagándole los productos que había intentado robar. El agente se apiadó de esta madre, que había llevado a cabo una acción desesperada.